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Mons. Antúnez: “Vamos a pedir la gracia de decir que sí, como María, como José. El Señor necesita de nuestras manos”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, Obispo de la Diócesis de San José de Mayo, en este Domingo 18 de diciembre de 2022 (IV Domingo de Adviento), en el programa “Momento de reflexión” de Radio 41 AM 1360.

Un saludo muy grande para toda la audiencia. Continuamos en este IV Domingo de Adviento nuestro camino hacia la Navidad. Preparando el corazón para que el Señor pueda nacer en nuestra vida de manera renovada. Dios se acerca a nosotros en debilidad y nos invita a acoger con sencillez nuestras fragilidades y poder presentárselas a Él para que las pueda sanar, curar, restaurar.

En los Domingos anteriores nos acercábamos al misterio de Dios a partir de la figura de Juan el Bautista, el precursor del Señor, aquel que prepara el camino para la venida del Salvador. El Evangelio de este domingo nos presenta a San José en su noche oscura. También podemos contemplar a María, nuestra Madre, que da el sí más grande de la historia. Un sí confiado en el misterio de Dios y en la Providencia del Padre que le sale al encuentro.

Si nos detenemos en San José, podemos imaginar su lucha espiritual, su combate, su momento de prueba frente al embarazo de su prometida y la enorme dificultad para integrar en el propio corazón lo que la realidad le está marcando. Quizás por su corazón pasó la palabra decepción, engaño, frustración, sentimientos que seguramente cada uno de nosotros hemos atravesado en distintos momentos de nuestra vida o que quizás los estamos atravesando ahora. De repente todo se desmorona y solo queda el vacío, la decepción, la soledad. Lo podemos imaginar sumido en el mar de sus pensamientos. Una extraña mezcla de confusión frente a los signos que su prometida le había demostrado y esta realidad tan difícil de su embarazo.

¿Cómo pudo suceder esto? ¿Dónde me equivoqué? ¿Cómo pudo hacerme esto a la vez? Algo en su corazón no le cerraba, algo le indicaba que la historia debía tener otra explicación. Pero qué difícil resulta en ocasiones, abrazarse a la esperanza que da la vida cuando la realidad del engaño y del dolor es tan grande. Decide entonces abandonarla en secreto. Prefiere cargar él con la culpabilidad de no hacerse cargo de la vida urgente antes que cumplir con la ley de Moisés, que exigía la lapidación como sanción frente al pecado de adulterio. Poco a poco se convence que esta decisión es la correcta y se irá José en búsqueda de nuevos horizontes, cargando sobre sí el dolor y la soledad.

Intentando aceptar con serenidad en el corazón esta decisión. El ángel del Señor se le aparece en sueños. Dios habla en los sueños. Dios habla cuando cae el margen de represión del inconsciente. Allí, en su interior, recibe una iluminación de Dios que le dará por fin algo de paz en medio de su combate espiritual. Lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo al que pondrás el nombre de Emanuel, Dios con nosotros. De repente, en medio del combate espiritual, un horizonte de luz, de claridad y de presencia de Dios, comienza a vislumbrarse un Dios que lo ha elegido para ser Padre del Salvador. Padre en la sombra tendrá que hacer crecer la vida de la gracia en María y acompañar este proceso de crecimiento de la gracia de Dios. Una sensación de paz interior visita el corazón de José a la vez que un profundo sentimiento de responsabilidad, compromiso y de misterio que lo inundan por dentro. Por un instante cruzaron por su mente y su corazón mil imágenes: su prometida, la humanidad., la fragilidad de Dios y sus misteriosos caminos, el sentido profundo de la libertad. La entrega de sí. El silencio y la humildad lo invaden todo. Allí da el otro sí, más importante de la historia. Luego el de la encarnación de María. Convertirse él en el custodio de la vida frágil. En el sostén de la salvación surgente. ¿Cómo recibimos las visitas de Dios? ¿Qué docilidad interior vamos logrando para escuchar sus mociones y dejarnos conducir? ¿Cuáles son aquellos misteriosos senderos que Dios nos invita a transitar y nos lo revela en los sueños? ¿Qué sueños tenemos para nosotros, para nuestra familia, para la comunidad, para la sociedad toda?

Te invito en este Domingo a soñar en grande, a soñarte de cara al servicio, a soñar de cara a la entrega a los demás, al ofrecimiento de tu libertad. Vamos a pedir la gracia de decir que sí, como María, como José. El Señor necesita de nuestras manos y que el Señor nos siga ayudando a sembrar para que la madrugada nos encuentre sembrando y que el Señor nos bendiga. El que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.