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Mons. Antúnez: “Pidamos la gracia de permanecer unidos en el amor, unidos a la vid y ser testigos de la resurrección del Señor”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, obispo de la Diócesis de San José de Mayo, compartida en el programa “Momento de reflexión” (Radio 41 AM 1360) y en Radio María Uruguay, junto a los “Mensajes dominicales” de los Obispos del Uruguay, de este Domingo 28 de abril de 2024 (V Domingo de Pascua)

Un saludo muy grande para toda la audiencia. La segunda lectura enfoca lo fundamental en la vida. Al fin de cuentas, en la vida de un hombre o una mujer no existe más que una pregunta eje, que es el de respondernos si somos cada uno de nosotros el centro, o si por el contrario, hemos crecido en la capacidad de descentrarnos, descentrarnos del ego y amar desde un amor de donación. Aclararnos, en definitiva, si hicimos de nuestro yo el ídolo o hemos crecido en capacidad de amor, de donación.

Mucho de nuestro mundo al hablar sobre el amor, gira en torno al auto-centramiento, al deseo compulsivo de cada uno, de paliar la propia soledad, a la búsqueda narcisista de la auto exaltación, lo que en el fondo esconde un engaño de egoísmo enmascarado en un ropaje de amor. Por lo tanto, la gracia de pedir en este tiempo es la de purificar nuestro amor. Que El mismo nos conduzca a la alegría espiritual, a la paz interior que regala el Espíritu Santo.

El P. Arrupe, antiguo general de los jesuitas, decía “Enamórate. Nada puede importar más que encontrar a Dios, enamorarse de Él. Aquello de lo que te enamoras terminará atrapando tu imaginación y acabará por ir dejando su huella en todo. Será lo que en definitiva decida que te saca por las mañanas. Que haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón, lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. Enamórate y permanece en el amor”.

¿Qué debemos hacer para permanecer unidos al Señor en el amor? Qué dinámicas en nuestra vida de ansiedad, de hiperactividad, de estrés nos roban la lógica de la filiación? San Ignacio de Loyola en las contemplaciones finales de los Ejercicios Espirituales nos habla de que el amor se ha de poner más en las obras que en las palabras, y que el amor en verdad consiste en comunicación, donde cada uno da al otro de lo que es y de lo que tiene.

A quienes estoy llamado a mirar. Desde una mirada de donación para generar en ellos vida. Nuestro amor sabe de aguante o en definitiva, frente a las crisis no sostenemos nada. Este es, por lo tanto, el desafío vivir la lógica del amor, sabiendo que desde la Encarnación Dios ha tomado la iniciativa en el amor. Y en palabras del Papa Francisco, nos ‘primerea’ Dios que revela a Jesús, no es un concepto abstracto, un concepto puramente filosófico, una norma de cumplimiento, Dios es el Hijo encarnado, el Hijo compasivo que nos ama de una manera incondicional y nos mira desde la lógica de la misericordia y el abrazo.

Al final de nuestros días, dice el poeta, solamente nos preguntará Dios en el encuentro final ¿Has amado? ¿Que has hecho de la fuerza amorosa que puse en tus manos? En efecto, el final de nuestra vida será sobre el amor. Los invito, por tanto, y me invito a redescubrir esta lógica del Dios amor que, sin violentar nuestros procesos interiores, saca esta fuerza amorosa que tenemos guardada dentro. Y también nos invita a perseverar a la luz del Evangelio en medio de las persecuciones que podamos tener.

Se nos habla, por tanto, de la imagen de la vid y los sarmientos, y dice que nuestra vida cristiana tiene que permanecer unido a Dios como los sarmientos permanecen unidos a la vid. Se utiliza aquí esta imagen y se nos dice que el permanecer no es puramente pasivo, es un permanecer recíproco, es activo. La vid necesita de los sarmientos, que son quienes muestran sus frutos, y los sarmientos, sin estar unidos a la vid, se convierten en estériles. El testimonio es el gran mensaje que podemos dar del amor de Dios, dar testimonio de su nombre, de su amor entregado. La Pascua, este tiempo pascual pienso que debería ser la oportunidad que tenemos todos para hacer el repaso de la infinita serie de alegrías que apenas muchas veces disfrutamos en la vida. Somos felices y somos testigos del amor a la vida. Porque fuimos llamados, porque fuimos llamados a la fe incluso como una gracia sin mérito alguno. Somos felices porque Dios nos amó primero y también nosotros intentamos amarlo. Somos felices porque al resucitar el Cristo venció a la muerte y quiso seguir siendo hombre después de su resurrección. Somos felices porque nuestros nombres están escritos en el Reino de los Cielos. Somos felices porque nos ha nombrado testigos del gozo, la más bella de las tareas, el más bendito de los oficios. La misión que debería llenarnos todas las horas, los ojos de alegría. Pidamos la gracia de permanecer unidos en el amor, unidos a la vid y ser testigos de la resurrección del Señor. Y que Él nos bendiga. El que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.