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Mons. Antúnez: “Que seamos muy dóciles para escuchar la voz del Señor y muy disponibles para seguirla. El mundo necesita de nuestro testimonio”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, obispo de la Diócesis de San José de Mayo, compartida en el programa “Momento de reflexión” en Radio 41 AM 1360 (Domingo 15 de enero de 2023, II Domingo del tiempo durante el año)

Un saludo muy grande para toda la audiencia. Continuamos con el Evangelio de este Domingo la escena del bautismo del Señor Jesús, que deja su casa en Nazaret y emprende el camino hacia el Jordán, entra en la historia y decide salvarnos, desde abajo se hace uno más. Se coloca en la fila el que no tiene necesidad, porque es Dios, porque no ha pecado, decide participar en todo de nuestra suerte y se coloca allí para ser bautizado por Juan el Bautista.

Juan el Bautista nos señala el modo adecuado de vincularnos con Jesús. Él es el centro. Él es el Cordero de Dios. Él es el que quita el pecado del mundo. Él es el que transforma nuestras vidas y la tarea de cada uno de nosotros como discípulos, como apóstoles, como agentes de comunidad, como padres, como educadores, es señalar al otro por dónde está Jesús, cuáles son sus huellas, como es su modo de proceder, cuál es su lógica, por donde sopla hoy su Espíritu. ¿Me animo a señalar al Cordero de Dios? ¿Mi vida sabe de descentramiento? ¿Dejo que el Cordero de Dios, aquel que se ofrece, que se dona, que se entrega, que se inmola por nosotros, trabaje en nuestra libertad, trabaje en nuestro interior? La siguiente gracia a pedir es la del Espíritu Santo aquel que desciende sobre Jesús, aquel que lo confirma en la misión. Aquel que es presencia activa hoy del amor del Padre, que lo señala como el Hijo muy amado, el Hijo muy querido al que hay que escuchar.

Al comienzo de este año los invito a pedir la abundancia del Espíritu Santo, la sobreabundancia de sus dones, el regalo de su presencia, el Espíritu Santo que trabaja hoy en la Iglesia y que lo necesitamos. Vamos a pedir entonces la actitud de la docilidad, es decir, abrir sitio al Espíritu Santo para que pueda trabajar primero en nosotros, nos ilumine la mente, nos ayude a soñar, a pensar bien, a mirar con una ilusión, con un optimismo. Este año que comienza a abrirnos a la gracia, a dejarnos moldear, dejarnos transformar por Él. Y que este Espíritu Santo también que desciende sobre cada uno de nosotros, nos ayude a tejer comunidad, nos ayude a construir sueños compartidos, nos ayude a trabajar la dimensión de la misericordia, de la compasión, del encuentro con el otro.

Pidamos a la luz de esta escena del Evangelio que nos recuerda al bautismo, una renovación de nuestro compromiso bautismal. Los invito también a traer a la memoria aquel día en el que fuimos engendrados en la fe a través del bautismo. Que podamos también recordar la fecha, el lugar, el momento, nuestros padrinos, aquellos que se comprometieron en la fe por nosotros. Que asumieron ese compromiso. Hoy te invito delante simbólicamente de tu pila bautismal. Que le preguntes: ¿Cómo estoy viviendo mi ser cristiano? Que caminos de conversión. El Señor me invita a transitar en este año que comienza. Pidamos la gracia a la luz de la renovación de nuestro bautismo, de poder ser sal y luz de la tierra, de poder ser como esa luz que ilumina tantas oscuridades de nuestro mundo, tantas zonas necesitadas de la presencia del Señor y que podamos también ser sal que dé sabor a la realidad. Que nuestra fe no se vuelva insípida.

Pedimos al Señor que nos bendiga en sobreabundancia en este año que comienza a cada uno de nosotros, a nuestras comunidades, a la diócesis en general. Que seamos muy dóciles para escuchar la voz del Señor y muy disponibles para seguirla. El mundo necesita de nuestro testimonio, de nuestro compromiso, de la santidad, de nuestros gestos. Que el Señor te bendiga a vos, a tu comunidad, a tu familia. El que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.