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Mons. Antúnez: “Que el Señor nos ayude a reconocer la cizaña, trabajarla y sembrar el Reino de Dios en los pequeños gestos”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, obispo de la Diócesis de San José de Mayo, compartida en el programa “Puerto de Encuentro” (Radio María 103.3 FM) y “Momento de reflexión” (Radio 41 AM 1360) (Domingo 23 de julio de 2023, XVI Domingo del Tiempo durante el año).

Un saludo muy grande para toda la audiencia. El evangelio de este Domingo nos pone delante de la parábola del sembrador. Continúa el desarrollo iniciado el Domingo pasado con la imagen, no ya de la buena Tierra, sino también como el enemigo, aquel que va contra el ser humano, que busca alejarlo de Dios, de sus planes, de sus proyectos, de sus mociones. También siembra en el corazón de cada uno de nosotros la cizaña. La cizaña, centran fundamentalmente desde nuestras partes débiles, desde nuestras fisuras, desde nuestras debilidades, desde nuestras faltas de aceptación, desde aquellas áreas de nuestra vida que aún no están convertidas al Señor, que necesitan sanarse, reconciliarse, integrarse, convertirse. El Señor permite que crezcan juntos el trigo y la cizaña. Este es el misterio, el misterio de Dios que permite que en nuestra vida existan claroscuros, existan juntamente con nuestras virtudes, áreas de nuestra vida que aún necesitan ser transformadas.

Podemos pensar, podemos sentir que el Señor Jesús no invita al relativismo, a la pereza, a la mediocridad, pero Él es consciente que muchas veces si anticipa procesos, puede correr el riesgo de recoger junto con la cizaña parte del trigo que está incipiente en crecimiento. Por lo tanto, la invitación para cada uno de nosotros es conocer, profundizar, ahondar en las dinámicas de la cizaña en nuestro corazón. Las cizañas enredan confunden, inquietan. El lenguaje propio del enemigo es el de la desolación espiritual, la sequedad, la oscuridad, la falta de fe, la aridez en la oración, el individualismo, la ausencia de preocupación por los demás, la falta de empatía, la falta de compasión. Cuando en nosotros van creciendo, estas cizañas amenazan ahogar el fruto, el fruto incipiente de la vida, de la gracia en cada uno de nosotros.

Por lo tanto, la pregunta inicial es ¿Por dónde en nuestra vida crecen las cizañas? ¿Cuál es nuestra parte débil? Aquella fisura, aquella debilidad que, teniendo en cuenta nuestra historia personal, permite que el enemigo comience a dialogar con nosotros y nos lleve por derroteros de perdición y de pecado. Se trata de dejar entrar a Dios en la debilidad, convertir la herida en un manantial, hacer de esa nuestra zona débil un lugar también de encuentro con la gracia, para que el Señor pueda profundizar en nosotros la dimensión del trigo del buen fruto e ir poco a poco junto al esfuerzo de nuestra voluntad, trabajando para que las cizañas cada vez vayan desapareciendo más de nuestras vidas, sabiendo que hasta el final de nuestra existencia seremos pecadores.

Otras imágenes también nos presentan el Evangelio imágenes sencillas como el reino de Dios crece como el grano de mostaza, es decir, aquella semilla pequeña, aparentemente insignificante, que se esconde en la tierra que muere. Es decir, que se dona, que se parte, que se entrega, pero que misteriosamente va creciendo y se convierte en un árbol muy grande a partir del cual muchos puedan cobijarse a su sombra. ¿Cuál es esa pequeña semilla Que estoy invitado también a entregar, a ofrecer, a donar para que se pueda partir y muriendo de muchos frutos? Y también la imagen es la de la levadura en la masa, una pequeña cantidad de harina que fermenta y hace crecer toda la masa. Se trata de que Dios limpie nuestros ojos para reconocer estos pequeños gestos hechos con gran amor, pequeñas acciones aparentemente insignificantes que van haciendo crecer el Reino de Dios en medio nuestro. Podemos también abrir los ojos para reconocer a personas que en nuestra Iglesia de San José siembran la semilla, el grano de mostaza, la levadura en la masa. Pequeños gestos de dar de comer a niños en situación de vulnerabilidad. Pequeños gestos de visitar a ancianos que muchas veces están solos. Pequeños gestos de dar cariño y contención a niños en hogares cuando ellos están judicializados por su situación personal. Pequeños gestos de la pastoral de ir a consolar a enfermos que están muchas veces carentes de la experiencia, del abrazo de la palabra que contiene, de la escucha.

Vamos a pedir la gracia de que Dios nos libere los ojos y el corazón para poder reconocer también como su Reino va creciendo de manera insignificante, aparentemente, pero fuerte, firme y sostenida con su gracia que trabaja cuando nos animamos a abrir nuestras manos y a ofrecerlas para la siembra. Que el Señor nos ayude fundamentalmente a estas dos Gracias. Reconocer la cizaña, trabajarla y sembrar el Reino de Dios en los pequeños gestos y que Dios nos bendiga. El que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.