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Mons. Antúnez “el gran negocio de la vida es vivir la vida conforme a la voluntad de Dios”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, obispo de la Diócesis de San José de Mayo, compartida en el programa “Puerto de Encuentro” (Radio María 103.3 FM) y “Momento de reflexión” (Radio 41 AM 1360) de este Domingo 30 de julio de 2023 (XVII Domingo del Tiempo durante el año).

Un saludo muy grande para toda la audiencia. La primera lectura tomada del libro de los Reyes nos brinda la imagen del rey Salomón, el hijo de David, aquel que frente a la petición de Dios de qué deseaba, pide tener un corazón capaz del discernimiento. ¡Qué hermosa petición para nuestros tiempos! Tener un corazón con capacidad de separar, de distinguir, de poder descubrir los caminos de Dios, de poder intuir en nuestro tiempo cuál es la voz del Buen Espíritu y hacia dónde nos invita a caminar.

Lo propio de un corazón discernidor es un corazón profundo, un corazón con hondura, un corazón con capacidad de silencio para poder percibir las insinuaciones del Espíritu Santo y distinguir de aquellas otras voces que no vienen de Dios, que generan en nosotros división, oscuridad, celos, envidias. Los frutos de la carne. Podemos decir Si estuvieras delante de Dios, qué le pedirías? Harías como Salomón, esta petición tan bella de no elegir riqueza, poder, prestigio, fama, sino un corazón capaz de discernimiento. Me resultó muy iluminador esta imagen. Discernimiento para poder acompañar bien al pueblo de Dios, discernimiento para poder acertar con los signos de los tiempos, discernimiento para poder vivir, en definitiva, conforme al plan de Dios.

Y en el Evangelio continuamos ahondando con distintas imágenes el Reino de Dios, el Reino de Dios, que es aquel sembrado por Jesús en el corazón de sus contemporáneos, que nos invita a vivir su modo de proceder. Y hoy se nos presentan algunas imágenes para hablar del Reino de Dios. La primera es la del tesoro escondido. Y uno le podría preguntar al corazón también ¿cuál es tu tesoro? ¿Por qué estás dispuesto a venderlo todo? Si uno mira ¿qué es lo fundamental en tu escala de valores, qué jerarquizas, qué priorizas? ¿Con qué criterios finalmente elegís? Si Dios, si el Espíritu Santo, si el amor, si la vivencia de la compasión, si la solidaridad, si la fidelidad al Reino de Dios está como hondamente metido en tu corazón, has descubierto el tesoro escondido, Aquel que es eterno. Porque el Reino de Dios comienza en esta tierra, pero concluye junto a Dio, aquel que tiene como características centrales o como programa las Bienaventuranzas, que son las ocho ‘locuras’ de Cristo que nos invita a la pobreza de espíritu, a la mansedumbre, que nos invita justamente a vivir injurias, que nos invita a la pureza de intención.

Vamos a pedir entonces la gracia que el Reino de Dios se nos siga metiendo muy hondamente en el corazón a cada uno de nosotros. Y también se nos presenta otra imagen que es como un negociante que negocia perlas finas. Es decir, el gran negocio de la vida es vivir la vida conforme a la voluntad de Dios. Y un día, también viviendo con radicalidad, al compromiso de entrega, viviendo la santidad de la vida, poder recibir también de parte del Padre, la invitación a compartir su Reino eterno junto a tantos de nuestros seres queridos y a tantas personas que han vivido conforme a la voluntad de Dios. El Reino de Dios también es una gran red, una gran red donde hay diversas personas de diversas culturas invitadas a vivir también este llamamiento del Señor a la evangelización. Es la imagen de la evangelización de Cristo que llama a diversas personas, cada una en sus concretas situación vital y lo invita al seguimiento.

Como veíamos anteriormente, no es ahora el tiempo de la cosecha, ni nos toca a nosotros cosechar. Sí nos toca sembrar, pero sí el Evangelio nos dice que sucederá al final de los tiempos, que vendrán los ángeles y separarán a unos de otros, es decir, discernirán. Discernir es separar. Elegirán los frutos del Espíritu y a ellos concederán el privilegio de vivir a la diestra del Padre.

Vamos a pedir la gracia también nosotros de de poder vivir hondamente el compromiso radical por el Reino de Dios. No también vivir esta dimensión profunda de ir separando ya cada uno de nosotros los frutos del Espíritu Santo, teniéndonos paciencia, sabiendo que los procesos de Dios llevan su tiempo, sabiendo tolerar también muchas veces la lenta maduración de nuestro propio corazón, pero viviendo abierto al Padre y abierto a los hermanos. Bueno, que el Señor nos permita vivir con profundidad y hondura el Reino de Dios, este Reino que ya está en medio nuestro, que es fermento en la masa, que es grano de mostaza, que crece en principio de manera pequeña, como semilla pequeña, pero que después alberga a muchísima gente a su sombra. Y que el Señor nos bendiga, Él que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.