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Mons. Antúnez: “A la luz de esta fiesta de la Ascensión, te invito a que sigas pidiendo la gracia de la alegría y la paz que vienen del Resucitado”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, Obispo de la Diócesis de San José de Mayo, en este Domingo 29 de mayo de 2022 (Solemnidad de la Ascensión del Señor, Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales), en el programa “Momento de reflexión” de Radio 41 AM 1360.

“Celebramos en este Domingo en la Iglesia, la festividad de la Ascensión del Señor, aquel que durante 40 días nos trajo el oficio de consolar y que fue confirmando en la fe al grupo de discípulos en sus distintas apariciones. Hoy retorna junto al Padre, vuelve al seno de Dios y nos habla de que nuestra carne, en nuestra humanidad también es trascendente y un día retornará junto a Dios. El Señor va a los cielos a prepararnos un lugar, abrirnos un sitio en el corazón de Dios.

También es la experiencia de esperar al Espíritu Santo que descenderá y le confirmará a cada uno de ellos en la fe. Podemos intuir que, hasta la venida del Espíritu, los discípulos continuarán sin comprender totalmente la experiencia que les toca vivir.

Te invito a preguntarte a la luz de esta fiesta de la Ascensión ¿tenemos experiencia de dejar ir, de soltar afectos? ¿Cómo estamos madurando este camino del amor que en ocasiones nos expone a las experiencias de los desapegos? Ellos tendrán que trascender el amor al Señor, tendrán que soltar la carne del amigo, tendrán que dejarlo ir y esperar la venida del Espíritu, que les permitirá comprender todo de una manera distinta y amar de una manera distinta. En nuestra vida sucede que valoramos muchas veces los vínculos que tenemos. En algunas ocasiones, cuando experimentamos las partidas, cuando experimentamos los pequeños duelos o los desapegos, las ausencias nos hablan del valor de las presencias.

Los invito, por tanto, a agradecer a la luz de esta festividad de la Ascensión, aquellos vínculos fundantes en nuestra vida que nos constituyen en el ser. Vínculos de familia, vínculos de pareja, vínculos en la vida consagrada. Aquellos vínculos estructurantes que nos hacen crecer en el amor.

La Ascensión del Señor nos desafiará a la madurez, a asumir junto al Espíritu que descenderá sobre nosotros esta bella tarea de anunciar al Resucitado. Nos tocará de ahora en más, con la asistencia del Espíritu, anunciar a otros como Iglesia la belleza del amor de Dios en nuestras vidas. El Señor nos abre el camino al cielo y nos desafía a la tarea de la evangelización.

¿Cómo estamos viviendo este desafío de anunciar a otros la fe? ¿Qué creatividad ponemos para mostrarnos cercanos a los demás en este tiempo?, tiempo tan difícil que vivimos como humanidad, donde los vínculos los hemos echado en falta, donde experimentamos la falta de paz en el mundo, donde experimentamos la disminución del número de miembros en la iglesia. Hay mucho por hacer, hay mucho por anunciar. Nos toca a nosotros ser la presencia visible del Señor, ser sus testigos, compartir con los demás la alegría y el gozo del Resucitado. El Señor confirmará con los signos a su Iglesia primitiva y nos hablará del poder que descenderá sobre cada uno de nosotros en Pentecostés.

Nos preparamos, por lo tanto, y seguimos abriendo sitio a la presencia del Espíritu y pedimos la gracia de la docilidad. Docilidad para dejarnos moldear, docilidad para anunciarlo, docilidad para vivir la creatividad, docilidad para seguir este camino bello de la evangelización. Y voy a Martín Descalzo, que en sus “Razones para la alegría” nos cita que la Pascua, la Resurrección del Señor, debería ser uno de los grandes motivos, quizás el motivo de gozo. Y nos dice él

Somos dichosos porque fuimos llamados a la vida. Porque entre la multitud infinita de seres posibles fuimos elegidos nosotros. Porque fuimos amados antes de nacer y porque fuimos escogidos para este milagro de vivir. Somos dichosos porque Dios nos amó primero y también porque nosotros le amamos. Y esto es lo que engrandece y da sentido a nuestras almas. Somos felices porque Cristo, después de su Resurrección, quiso seguir siendo hombre. Nos presentó sus heridas, su costado abierto, sus manos. Somos dichosos porque sabemos que el dolor es camino de Resurrección, porque desde que el Señor murió, entendemos que todo dolor tiene sentido en que sus manos ningún dolor se pierde. Somos dichosos porque él en esta fiesta de la Ascensión se fue para prepararnos un sitio. No se olvidó de nosotros, no se escapó de la lucha dejándonos a nosotros aquí en la tierra. Y somos dichosos porque nos encarga la tarea de evangelizar. Pudo haberlo hecho directamente Él con su gracia, pero prefirió hacerlo a través de nuestras manos y de nuestras palabras. Somos dichosos, finalmente, porque nos descubrió el Señor, la más bella de las tareas, la de anunciar el gozo del Evangelio. Y somos dichosos, porque nuestros nombres están escritos en el reino de los cielos.

A la luz de esta fiesta de la Ascensión, te invito a que sigas pidiendo la gracia de la alegría y la paz que vienen del Resucitado, sus dos grandes dones. Pidamos también seguir preparando el corazón para la venida del Espíritu, para dejarnos transformar, para vivir un nuevo nacimiento de manera personal, comunitaria, como familia, como Iglesia.

Y que el Señor te bendiga, el que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

Reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, Obispo de San José de Mayo
29/05/2022