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Mons. Antúnez: “Que sintamos que, junto a otros nos complementamos, somos más, tejemos red, creamos familia, construimos comunidad”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, obispo de la Diócesis de San José de Mayo, compartida en el programa “Momento de reflexión” (Radio 41 AM 1360) y en “Palabra de Vida” a través de RADIO MARIA URUGUAY FM 103.3 y FM 92.7 de este Domingo 19 de noviembre de 2023 (XXXIII Domingo del tiempo durante el año).

Un saludo muy grande para toda la audiencia. Todos en la vida hemos recibido cualidades, dones, capacidades, zonas fuertes de nuestra existencia que hemos cultivado, que hemos desarrollado virtudes, que hemos desarrollado, hábitos buenos y positivos y también tenemos zonas frágiles, oscuridades, heridas, aspectos a sanar de nuestra existencia. Un primer desafío que se me ocurre a la luz del Evangelio es no vivir la vida comparándonos con los demás. Crecer en una necesaria autoestima que brota del sentirnos queridos. Sentirnos amados. Sentirnos elegidos por el Señor. Conocernos en segundo lugar. Es decir, profundizar en el conocimiento de nosotros mismos. Y en tercer lugar, detectados esos talentos, esas cualidades, esos dones de cada uno de nosotros, ponernos al servicio de los demás, al bien de la sociedad, a la búsqueda del bien común, a colaborar junto al Señor que ya trabaja en que el Reino de Dios crezca, se multiplique en pequeños o más grandes frutos.

¿Qué dones, que talentos, qué cualidades el Señor me ha regalado? Te invito a que puedas nombrarlos, reconocerlos, agradecerlos, ser consciente de que tenés para aportar a los demás, a la sociedad, tu comunidad, a la Iglesia.

En segundo lugar, no vivir la vida comparándonos. Una gran tentación es mirar hacia los demás, pero no mirarlos en clave de admiración, de asombro, de agradecimiento, sino en clave de competencia, rivalidad, venganza. Eso nos hace defensivos en la existencia, levanta muros, nos encierra en nosotros mismos, sospechamos de los demás, inferimos intenciones y no construimos en definitiva, equipo, comunidad, no nos complementamos.

Esto es lo que sucede en el Evangelio de este Domingo. Misteriosamente unos reciben diez, otros cinco, otros un solo talento. Quizás no está lo fundamental en la cantidad, sino en la calidad que podamos darle a aquello que recibimos. Y esto tiene que ver con el conocer el talento, explotarlo, cultivarlo, trabajarlo, hacerlo producir. La vida es fugaz, la vida es transitoria, La vida se nos ha confiado como administradores de un don que no nos pertenece. Un día el Señor pedirá de nosotros cuenta. Decíamos domingos anteriores que la pregunta fundamental será ¿has amado? ¿Qué has hecho con la fuerza amorosa que puse en tus manos? Y el gran desafío será el de abrir las manos y mostrar al Señor como junto a Él, junto a su gracia, hemos buscado reproducir los talentos y cualidades que se nos confió para el bien, para la verdad, para la belleza, para el amor.

En el Evangelio se nos se nos relata que aquel que recibió un talento en el temor, en el miedo de perderlo, frente a una imagen que proyecta de Dios, que se nos lo presenta como exigente, aquel que pide cuentas y que aparentemente no acompaña, entierra el talento. Enterrar el talento, guardar por pereza, por comodidad, por superficialidad, por miedo. Aquello que hemos recibido y no ponerlo a fructificar es el gran riesgo de perder la vida. ¿Qué talento, qué cualidad, no estoy colocándolo al servicio de los demás? ¿Qué miedo me paraliza? ¿Qué miedo hace que no camine en senderos siempre inciertos que supone desarrollar un talento porque siempre se nos lo confía en potencia, con capacidad de crecer? ¿Qué imagen de Dios hemos introyectado? Dios es aquel que necesita de nuestra libertad, que confía en nosotros, que quiere caminar junto a cada uno, pero que necesita también de nuestro sí, es decir, que pongamos al servicio del Reino de Dios, de la comunidad, de la Iglesia, lo que hemos recibido.

Te invito a que primero conozcas tus virtudes y debilidades, es decir, que pierdas tiempo en el mirarte junto a Dios. Segundo, te animes a explorar caminos siempre nuevos, donde pongas en juego. Tus cualidades, tus capacidades, tu simpatía, tu sonrisa, tu capacidad de emprender. Tu capacidad de organización, tu capacidad de tejer redes junto a otros que lo pongas al servicio de la Iglesia y de la sociedad. Solo así el Reino de Dios crece a partir de aquellos soñadores que se hacen cargo de sus sueños y que ponen en marcha áreas siempre nuevas en la Iglesia, en la sociedad.

Pidamos la gracia de que el miedo no nos paralice. De que las comparaciones no nos impidan vivir una sana autoestima. Que sintamos que junto a otros nos complementamos, somos más, tejemos red, creamos familia, construimos comunidad. Y que el Señor te bendiga en este domingo que se viene. Que te bendiga con abundancia de frutos y de generosidad. Nos comprometemos todos a poner en común lo que tenemos y lo que somos. Solo así el Reino de Dios es posible. Mi bendición para ti de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.