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Mons. Antúnez: “Pidamos que Él cuide nuestro corazón del individualismo, de la cerrazón, del mero disfrute que excluye al otro”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, Obispo de la Diócesis de San José de Mayo, en este Domingo 25 de setiembre de 2022 (XXVI Domingo del tiempo durante el año), en el programa “Momento de reflexión” de Radio 41 AM 1360.

Un saludo muy grande para toda la audiencia. Desde Granada, donde estoy visitando una comunidad que ha sido significativa para mi formación, donde hice la primera parte de la teología, donde trabajé en las comunidades de vida cristiana a nivel pastoral. Les envío un saludo muy grande a cada uno de ustedes.

Estoy compartiendo unos días con la comunidad de los padres jesuitas y también recorriendo antiguos lugares de misión. Desde aquí les envío un saludo muy grande y me uno a los buenos deseos de cada uno de ustedes.

El Evangelio nos presenta este Domingo la imagen de este pobre Lázaro que ansía saciarse con los bienes que caen de la mesa de los ricos. Y, por otra parte, la imagen del rico, al cual el evangelista Lucas no le pone nombre, que ofrece espléndidos banquetes, imagen de fiesta, de disfrute de los sentidos, de posibilidades de dinero, de ocasión, de amigos unidos al deleite de los sentidos y la ausencia de puente, la falta de contacto durante la vida terrena. Entre estos ricos que ofrecen banquetes cerrados y los pobres que a sus puertas claman por algo de comida, por una mirada, por una escucha, por un gesto de compasión. Es la imagen de muchos de nuestros mundos blindados, aquellos donde nos cerramos al encuentro con el otro. Aquellos lugares de exclusión a las que tantas personas que caminan nuestra tierra no acceden. Banquetes, negocios, viajes, oportunidades. Disfrute de los sentidos. En una cultura encerrada al descarte de los que no cuentan, de los que están en las fronteras, de los que tienen menos. La vida es una oportunidad de compartir lo que tenemos y lo que somos con los demás. La vida es el momento oportuno para gestar la cultura del encuentro. Este tiempo es el propicio para la fraternidad, para la solidaridad, para la compasión.

Quizás la primera pregunta es ¿Cómo estoy viviendo los bienes de la tierra? ¿Cómo estoy viviendo las oportunidades, mis posibilidades, mi grado de influencia, mi lugar que ocupo en la sociedad? ¿Lo vivo como privilegio, lo vivo como un lugar de enriquecimiento puramente personal, o busco el puente, busco la cercanía, busco abrir caminos? En definitiva, todo comienza con una mirada, con un reconocer al que está a la puerta de manera simbólica, tendido en el camino, como un hermano, como alguien necesitado también de mí, de mi corazón, de mi tiempo, de mis deseos. Paradójicamente, la imagen que nos presenta es aquella después de esta tierra, la imagen del juicio, donde el pobre Lázaro goza de la presencia de Abraham, de todos los profetas, goza de la alegría celestial. Podemos pensar que no únicamente por su pobreza material, sino por su capacidad que ha tenido, de vivir la relación con Dios de manera personal con el Señor Jesús. Por haber vivido la fe, la fraternidad.

La imagen es muy dura es la del rico que se cierra a la capacidad de compartir, a la del amor vive la dimensión del tormento. Esta imagen de ausencia de Dios, esta imagen infernal de sentir la lejanía de la presencia de Dios y el haber, en definitiva, el haber, en definitiva, dilapidado el tiempo y las oportunidades. Este es el tiempo oportuno para la salvación. Este es el tiempo para caminar junto a la gracia de Dios hacia la vida eterna. No nos quedemos reducidos a la dinámica del mero disfrute. Abramos nuestro corazón a la experiencia de la fraternidad. Escuchemos a los profetas de nuestro tiempo, aquellos que nos señalan el camino de Dios, aquellos que son testigos de la misericordia, los santos, aquellos que han logrado encarnar el amor de Dios en nuestro tiempo. Sigamos sus huellas, escuchemos a quienes, en definitiva, nos dan en la vida trascendencia, caminos de conversión, lugares de cercanía con el Señor.

Pidamos que Él cuide nuestro corazón del individualismo, de la cerrazón, del mero disfrute que excluye al otro, que condena a quienes no cuentan en el sistema. Y que el Señor nos bendiga, el que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.