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Mons. Antúnez: “Hay situaciones en nuestra vida donde también experimentamos estas trampas. Qué importante en esas situaciones pedir al Espíritu Santo. la luz”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, obispo de la Diócesis de San José de Mayo, compartida en el programa “Momento de reflexión” (Radio 41 AM 1360) y en “Palabra de Vida” a través de RADIO MARIA URUGUAY FM 103.3 y FM 92.7 de este Domingo 22 de octubre de 2023 (XXIX Domingo del tiempo durante el año).

Un saludo muy grande para toda la audiencia. El evangelio de este domingo nos presenta la imagen de los fariseos cumplidores de la ley, legalistas, hombres religiosos observantes del sábado que no reconocen la visita de Dios en Jesús, en este Mesías itinerante que recorre los caminos de Galilea, reconociendo en toda persona humana su dignidad, acercándose y tocando a los leprosos, dando de comer a multitudes, multiplicando los panes. También acercándose al dolor humano, al pecado humano con misericordia. Este maestro itinerante y su fama va en crecimiento y es necesario para los fariseos desprestigiarlo. Por lo tanto, una y otra vez, la relación de los hombres religiosos de su tiempo con Jesús está marcada por la desconfianza.

Está marcado por exponerlo en público de diversas maneras. En este caso organizan una trampa, un callejón sin salida, preguntas capciosas que lo único que buscan es colocar al Señor en una situación de exponerse o ante el Imperio romano o ante el pueblo. Quizás lo primero que me surge del corazón es preguntarnos ¿desde dónde nos acercamos a Jesús? ¿Qué buscamos cuando entramos en relación con Él? ¿Queremos verdaderamente dejarnos invadir por su compasión, por su misericordia, por su bondad? O también en una mayor o menor medida, ese fariseo que late en cada uno de nosotros, se siente cuestionada, se siente cuestionado por la presencia siempre renovadora del Espíritu Santo en Jesús.

La trampa es si se debe pagar el impuesto al César o no. En el caso de que Jesús diga que sí, que hay que pagar el impuesto, se convierte él en un colaboracionista del Imperio Romano que oprime al pueblo de Israel y pierde prestigio entre sus conciudadanos. En el caso de afirmar que no hay que pagar el impuesto al César, su respuesta lo convertía en un subversivo. Alguien que se salta las autoridades civiles. Es una trampa. Es un callejón sin salida. Es un camino sin posibilidad de respuesta.

Hay veces situaciones en nuestra vida donde también experimentamos estas trampas, callejones sin salida, las preguntas capciosas sobre nuestra fe, sobre nuestro testimonio, sobre la presencia de la Iglesia y su opinión sobre temas cada vez más complejos de la sociedad civil. Qué importante en esas situaciones pedir al Espíritu Santo la luz, la iluminación, la gracia necesaria para detectar la trampa, para descubrir el Espíritu que está detrás de aquellas personas que, en este caso a Jesús, lo quieren dejar en ridículo. El Señor no se deja atrapar, es libre, es soberano. Su señorío se manifiesta en no dejarse encapsular por estas preguntas capciosas. Toma un denario, es decir, toma la moneda, muestra la figura y responde con gran altura, con sabiduría, venida de lo alto. Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Es decir, comprométanse con las realidades humanas, con sus compromisos.

Cada uno de nosotros, en aras de la ética, del compromiso por el bien común, del pago de aquellas situaciones justas y equitativas que la realidad nos compromete. Pero, sobre todo, den a Dios lo que es de Dios, es decir, el corazón. Nuestra vida es creada para la trascendencia, para la experiencia de pertenecerle solo al Señor. Vamos a pedir la gracia de recuperar los cristianos esta inteligencia que viene de lo alto, esta astucia del Señor para saber movernos con ética y a la vez para saber movernos con inteligencia, para no dejarnos atrapar y enredar por tantas ideologías de turno que muchas veces son vientos de épocas que quieren silenciarnos, anestesiarnos, confundirnos cuando no impedir que el evangelio pueda ser anunciado en la sociedad. Pidamos, por lo tanto, a la luz de la gracia derramada por el Señor en este Evangelio, que tengamos la luz, el que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.