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Mons. Antúnez: “El Evangelio nos pone el enorme desafío del amar, expresado en los gestos, en las actitudes, en los detalles de la vida concreta”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, Obispo de la Diócesis de San José de Mayo, en este Domingo 10 de julio de 2022 (XV Domingo del tiempo durante el año), en el programa “Momento de reflexión” de Radio 41 AM 1360 desde la Diócesis de Crema (sufragánea de la Arquidiócesis de Milán y perteneciente a la región eclesiástica de Lombardía en el norte de Italia).

“Un saludo muy grande para toda la audiencia. Lo hago desde desde Crema en el norte de Italia, donde me encuentro de visita en la Diócesis de Crema para renovar los acuerdos, para fortalecer los vínculos, para conocer la realidad en profundidad de esta Diócesis con la cual tenemos relación desde hace varios años con la presencia de dos misioneros de esta Diócesis en la zona de Delta del Tigre.

Me gustaría acompañarlos a la distancia también con un breve comentario del Evangelio y comentarles también algo de la realidad de lo que aquí estamos viviendo.

El Evangelio nos pone al centro la pregunta fundamental de qué tenemos que hacer para heredar la vida eterna. Más que un hacer, se trata de un dejar hacer a Dios en nuestras vidas, de un dejar al Señor entrar al centro de nuestro corazón, brindar a Él la iniciativa de nuestra libertad, compartir con el Señor nuestra vida, nuestros sueños, nuestros deseos.

El Evangelio nos pone el enorme desafío del amar, expresado en los gestos, en las actitudes, en los detalles de la vida concreta. Y el Señor, para ejemplificar el mandamiento del amor, presenta este ejemplo del samaritano, de aquel que se compadece del que está caído al borde del camino.

La compasión brota de una experiencia de mirar al otro, de entrar en su realidad, de empatizar con él, de hacerse uno con quien está caído en el camino. ¿Me animo a mirar al otro? ¿Me animo a poner mi cercanía en el corazón, en el compartir los bienes de la tierra, en el perder entre comillas tiempo con el otro? ¿Me animo a acercarme? La experiencia de la ‘projimidad’ brota justamente de este hacerse uno con el otro. Siempre la tentación será el de pasar de largo, el de no desviar la mirada, aquella reserva mental que tenemos todos de autojustificación que nos impone el seguir adelante en el camino, que nos impone razones de agenda, que nos impone compromisos urgentes que nos impiden el estar cerca de quien nos necesita.

El Señor nos deja el mensaje que quien se detiene es justamente el samaritano. Los dos hombres religiosos de su tiempo pasan de largo. ¿Qué nos dice esto sobre la humanidad? ¿Qué nos dice esto sobre la necesidad de construir la religión sobre bases hondas y sólidas de cercanía afectiva y efectiva con el otro? ¿Qué nos dice esto sobre la vivencia honda y profunda de la espiritualidad?

Vamos a pedir esta gracia, vamos a pedir esta gracia no solamente de detenernos, sino de levantar al otro, de vendar sus heridas, de acompañarlo a un albergue. Toda la teología del cuidado, de la sanación de las heridas, del hacerse uno con el otro. Quizá nos ayude también sentirnos no solamente como quienes van caminando en el camino de la vida.

Nos puede ayudar también en la contemplación el hacernos uno con el que está caído muchas veces en nuestra vida. Somos nosotros quienes estamos caído en los caminos de la vida y necesitamos ser mirados por el otro, ser cuidados por el otro, ser levantados por el otro de aquellas zonas en donde donde nos hemos caído, de las cuales nos tenemos que levantar.

Un comentario final de esta realidad, esta realidad de Italia que también se ha ido globalizando en la secularización. El enorme desafío también para la Iglesia de salir al encuentro del otro, de buscar caminos de evangelización, de presentar el amor. Una Iglesia con una enorme tradición de fecundidad, pero que también ha ido perdiendo vitalidad espiritual y tiene el desafío también de atraer a los jóvenes, de suscitar en las familias la experiencia de la transmisión de la fe.

Me gustaría también encomendar a la distancia a toda la Iglesia, en este tiempo sinodal, para que el Señor nos conceda la gracia de encontrarnos en el diálogo, de encontrar caminos nuevos de evangelización, de encontrar nuevas pistas para el desafío, de transmitir la verdad de siempre con un lenguaje que pueda ser significativo o relevante para el hombre y la mujer de nuestro tiempo. Y que el Señor nos bendiga, Él que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”.