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Mons. Arturo: “Hay que ayudar a la gente a encontrarle sentido a la vida, que vale la pena luchar por un mundo más justo”

PRIMERA PARTE de la entrevista a Mons. Arturo Fajardo, Obispo de San José de Mayo, publicada en el periódico ECOS Regionales de Flores.

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CON Mons. ARTURO FAJARDO, OBISPO DE LA DIÓCESIS DE SAN JOSÉ DE MAYO

El Obispo de la Diócesis de San José de Mayo, que comprende a aquel departamento y a Flores, está en Trinidad cumpliendo una serie de actividades, las cuales se iniciaron el miércoles con una reunión con sacerdotes, con quienes se analizó la marcha de la pastoral. También mantuvo contactos con la comunidad del Colegio y Liceo San José, y ayer por la mañana atendió a ECOS REGIONALES en la Parroquia de la Santísima Trinidad. Mons. Fajardo habló sobre la realidad de nuestra Diócesis y sobre todo de lo que dejó la reciente visita del Papa Francisco a tres países de Sudamérica.

-¿Qué alcance tuvo la reunión mantenida con los sacerdotes de la Diócesis?

-Cada un mes o mes y medio nos reunimos para tomarle el pulso a la marcha de la actividad pastoral de la Diócesis, ver las dificultades, los problemas, conversar y rezar juntos, y celebrar la Eucaristía con la gente. También se analizaron los informes con las distintas actividades de la vida de la Diócesis, en ese encuentro con los sacerdotes que trabajan en sus parroquias. La idea es ir rotando para ir encontrándonos con la gente del lugar.

-¿Con qué realidad se encontró el Obispo de acuerdo a esos informes? ¿Los problemas son comunes a todas las parroquias o ellos difieren según el lugar?

-Los desafíos son más o menos parecidos. Sin dudas que ha habido una impronta muy importante del Papa Francisco; en el Uruguay lo que ha generado el nombramiento del Arzobispo de Montevideo como Cardenal nos ha dado un peso y una cierta novedad en la marcha de la Iglesia en nuestro país.

Nosotros estamos entrando en un proyecto de misión por tres años, que tiene como base las grandes ideas del Papa Francisco, una Iglesia en salida y descubrir que la vida de cada cristiano tiene una misión que cumplir. Una misión en lo social, una misión en el ambiente donde se mueve; eso que dice el Evangelio, que tenemos que ser sal, luz y fermento en la masa. Y eso como realizarlo en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

En Semana Santa hemos realizado un retiro diocesano y ahora se está repitiendo en cada una de las comunidades de la Diócesis; o sea que la idea es hacer una puesta a punto de este proceso de renovación, de revitalización, de fortalecimiento de la actividad y poner todo en una clave de salida, como dice el Papa.

El Papa Francisco pide una Iglesia en salida, una Iglesia al encuentro de las periferias humanas y existenciales. En eso estamos.

La Iglesia tiene sus ritmos, a veces quisiera que fuera un poco más ágil pero tenemos una estructura que hay que mantener y hay que combinar con la tarea misionera, que no es fácil.

En ese contexto las dificultades son las mismas siempre; la formación de los agentes pastorales, la mejor atención pastoral en las distintas comunidades, la formación del clero, la marcha de los colegios, la marcha de la Pastoral Juvenil, de las distintas estructuras pastorales y sobre todo la tarea de renovación.

En Aparecida el Papa Francisco fue muy importante, allí se hablaba de la reconversión pastoral y de un nuevo estilo pastoral, que de alguna manera el Papa al convertirse en sucesor de Pedro -el Cardenal Bergoglio fue uno de los promotores de ese encuentro continental- esas grandes intuiciones la ha llevado la Iglesia Universal. Incluso la visita de él en estos días a Ecuador, Bolivia y Paraguay está en esa misma línea.

-¿Qué dejó a su criterio la visita del Papa Francisco a Sudamérica?

-Sin dudas que ha generado un gran entusiasmo. He hablado con algunos de los que participaron en la misa en Paraguay, Mons. Sturla, Mons. Wirz, Mons. Scarrone y Mons. Garín, Hna. Rosario y otros de Trinidad que concurrieron, siendo muy removedor el encuentro del Papa con las distintas comunidades.

Sin dudas que para la Iglesia paraguaya –de la misma forma que para la de Ecuador y Bolivia- va a ser un impulso para la tarea evangelizadora, que es la tarea de la Iglesia. Lo que decía un sacerdote ortodoxo, Martin, que el cristianismo tiene más futuro que pasado, contrariamente a lo que se piensa. Porque es una carga de sentido, una carga de vida que tiene esa finalidad de renovar y de dar sentido a la vida de la gente.

-El mensaje del Papa Francisco tocó varios temas concretos, entre ellos la pobreza, la discriminación y la justicia. ¿Qué le sugiere la visión del Papa en esos temas y cómo se recoge ese mensaje?

-Él acaba de publicar una Encíclica Laudato Si, que la vamos a publicar en la Diócesis, y es sobre el cuidado de la casa común, que es muy interesante. Algunos dicen que es un pequeño compendio de la doctrina social de la Iglesia.

Muchos de los temas que trata en ese documento los retomó en este viaje; el cuidado del medio ambiente, la búsqueda de la justicia social, una justa distribución de la riqueza, el tema de la solidaridad, la idolatría del dinero y del poder que muchas veces ha criticado, y no poner los bienes en servicio del bien común, que es la gran intuición de la Iglesia desde los Santos Padres, después con León XIII y la primera Encíclica Social Rerum Novarum sobre la que los Papas han ido escribiendo.

La Iglesia no tiene en concreto un modelo económico-social para proponer, pero si las grandes intuiciones, que hay que buscar el bien común. Los grandes principios artiguistas estaban basados en esa doctrina. Que los más infelices sean los más privilegiados, decía Artigas cuando el Reglamento de Tierras.

El Papa tiene un gran sentido de la Patria Grande Latinoamericana, es un estudioso de un gran pensador uruguayo, Alberto Methol Ferrez, que tuvo grandes intuiciones sobre esa Patria y sobre el sentido que tuvieron los primeros evangelizadores, lo que fueron las Misiones Jesuitas y el modelo económico que lograron en esa búsqueda de la justa distribución de lo que se producía.

Esas son grandes intuiciones que después no es tan fácil en la economía globalizada ponerlas en práctica, pero es en lo que se ha basado el Papa en este viaje, en recordar y pasar por el corazón esos grandes principios del cristianismo que está desde las primeras comunidades cristianas. La puesta en común de los bienes, la ayuda a los pobres, a los niños, a las viudas. Eso es como estar en el origen del cristianismo.

-El Papa tuvo encuentros muy particulares…

-Efectivamente, los tuvo con movimientos sociales en Bolivia y con los presos. A los presos les dijo que la finalidad del sistema era recuperar la dignidad y poderse después reinsertarse en la sociedad. Que no era estar excluidos, aunque lamentablemente en muchos lugares de América Latina, incluido nuestro país, la cárcel termina siendo una universidad del delito y no un lugar de recuperación. Estuvo también con los niños enfermos de cáncer y con la gente de las barriadas.

En eso no hay novedad en el estilo de Francisco, porque lo mismo lo hacía en Buenos Aires, destacándose en él la coherencia. El estilo que tuvo como Arzobispo en Buenos Aires es el que ha impuesto en el servicio que está haciendo como sucesor de Pedro.

-¿Cómo se proyecta el mensaje del Papa cuando pidió humildemente perdón no solo por las ofensas de la propia Iglesia sino por todos los crímenes contra los pueblos originarios, durante la llamada conquista de América?

-Ya lo había hecho Juan Pablo II cuando los 500 años del proceso de evangelización y creo que es así. El Padre Bartolomé de las Casas defendió la dignidad de los indios pero hubo otros que unieron la cruz a la espada.

Una cosa importante no es sacar de contexto histórico aquel momento, porque con la visión que tenemos hoy de los derechos humanos y de otras cosas, es muy fácil extrapolar los juicios históricos sobre aquel momento. Eran otras las circunstancias que se vivían.

A veces hay una mirada demasiado idealizada sobre lo que eran las culturas, porque también había pueblos que oprimían a otros pueblos. Pero de hecho si, es verdad, que muchas veces no se actuó con los principios evangélicos y se quiso imponer la fe a la fuerza y eso produjo el no valorar suficientemente las culturas originarias. En eso el Papa como Latinoamericano es muy sensible a esa realidad.

Estuvo en Chile y las culturas Mapuches, por ejemplo, todavía reivindican algunos aspectos que tienen que ver con su cultura y con sus tierras. Todavía hay algún conflicto Mapuche en alguna zona sur chilena, pero creo que hay que reconocer que la evangelización o la presencia de España fue distinta a Norteamérica. Aquí los españoles cruzaron su sangre con la sangre indígena y en Norteamérica no fue tan así.

Quizá Uruguay sea el lugar atípico, porque pueblos originarios no hay aquí en nuestro país.

CONTINÚA …