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[ENTREVISTA] P. Gabriel Rainusso: “El servicio generoso a los demás es lo mejor que podemos hacer; es lo que fui aprendiendo en estos 25 años”

Entrevista ECOS Regionales
Pbro. Gabriel Rainusso
Médico y Sacerdote

“El servicio generoso a los demás es lo mejor que podemos hacer; es lo que fui aprendiendo en estos 25 años”.

El miércoles pasado, 2 de agosto, el cura párroco de ‘Nuestra Señora de Luján -Padre Gabriel Rainusso- celebró sus 25 años de sacerdocio. Una fecha que marca muy fuertemente a este hombre sencillo, humilde, dispuesto siempre a brindarse a los demás y especialmente a los más necesitados, sin condiciones. Da gracias a Dios por haber transitado su camino en esta Diócesis, donde dice haber adquirido experiencia y sobre todo aprendizajes.

Gabriel proviene de una familia muy activa en la Iglesia, destacando el rol de su abuela a la hora de las ‘oraciones familiares’. Decidió hacer la carrera de médico pensando que era lo mejor, porque estaba convencido que desde esa profesión podía servir a la sociedad. Cuando llegó a cursar el Sexto Año de Facultad dijo haber sentido ‘el llamado a Dios’, y eso le cambió la vida.

“Hubo algo que me impactó en la adolescencia; fui a trabajar en un cantegril y vi cómo personas mayores vivían en un ranchito. Fue como una vivencia de fe mucho mayor de la que sentía antes”, relató el entonces estudiante de medicina.

Comenta que al momento de discernir, si ser médico o sacerdote, de alguna manera se autoconvenció que podía ejercer la medicina para atender especialmente a los pobres, y eso lo acercaba bastante a la misión del sacerdocio. Pero poco después se dio cuenta que el amor a Dios eran tan grande que sintió el deseo de comunicárselo a otros, para que esos otros también pudieran experimentar su vivencia.

Hoy su vida de servicio a través de la profesión de médico se ve reforzada por sus 25 años de sacerdocio, acontecimiento que habrá de celebrar el domingo próximo en la Parroquia de la Santísima Trinidad, por estar su Parroquia de Luján en proceso de mejoras edilicias

© Ecos Regionales

Con Gabriel Rainusso, como ha pasado tantas veces, dialogó ECOS REGIONALES. En la entrevista el cura párroco cuenta su vida en el sacerdocio, dando gracias el aporte de la comunidad que le ha permitido acumular una gran riqueza espiritual.

-¿Cómo surge la decisión de ser sacerdote?

-La decisión surge después de un tiempo, pero hay algo que me marca y es que cuando estaba cursando 6to. Año de Medicina siento como una inquietud interior, algo así como un llamado de Dios. Y lo conecto con algunas insinuaciones de Dios,  propuestas que tenía desde la infancia y la adolescencia.

Lo que había resuelto antes era caminar y estudiar para ser Médico, y es casi que al final de la carrera –ya bastante encausado en cuanto a trabajo y a estudios- que me hago la pregunta: ¿Qué es lo que Dios quiere para mí? Y en esa pregunta fui consultando, dejándome acompañar y ayudar, y en un retiro me doy cuenta que Dios se hace presente en mi vida como nunca antes lo había vivido. Y esa presencia de Dios me hace sentir que había algo en mí que era distinto y que me cambiaba la vida.

Me recibí de Médico y me dije: Después de esto me preparo para esto distinto que hay en mí.

Primero comencé a vivirlo yo y después lo comuniqué a los demás, y es así que empiezo a los estudios para ser sacerdote.

-¿Cómo fue ese recorrido?

-Fui estudiando lo que indica la Iglesia, la dimensión humana que son los estudios de Filosofía y después la dimensión de Dios, que son los estudios de Teología. Después me dieron la posibilidad de estudiar en Roma dos años, y luego estaba como para ser sacerdote pero en la comunidad donde estaba no podía serlo; entonces, había  conocido a Monseñor Galimberti a través de mi familia (una tía vivía cerca de los padres de Pablo), conversé con él y empecé el camino en esta Diócesis.

Le agradezco mucho a Monseñor Galimberti el haberme recibido, a los sacerdotes de la Diócesis el haberme incorporado en el presbiterio.

Fue así que comencé a hacer un camino en las parroquias, en la Parroquia de ‘Rafael Peraza’ y después en ‘Rodríguez’ y ‘Capurro’. Ahí fui conociendo la Diócesis.

Me ordenen de Diácono en la Plaza de Deportes de ‘Capurro’ y  el Padre Javier pide una ayuda, lo que me permite venir unos días a la Parroquia de Luján, regresando luego a ‘Capurro’.

Monseñor Galimberti en el año 1998 me sugiere combinar un día de ordenación con los sacerdotes de aquí –Padre Javier y Padre Ferrero-, eligiéndose para ello el día 2 de agosto. El Padre Ferrero me sugiere hacerlo en la Santísima Trinidad y fue en esa preciosa Iglesia, la Iglesia madre de esta ciudad y del departamento, que se realizó la misa de ordenación, hace 25 años.

-¿Qué recuerdas de ese día tan especial?

-Fundamentalmente como una Gracia de Dios, de que Él me quería sacerdote y que Él me regalaba su Gracia para hacerlo. Como esa palabra de Jesús en el Evangelio de San Lucas que regala el Espíritu para hacerlo.

Para mí fue una Gracia grande, además de lo que fue la celebración, la reunión con los sacerdotes, la preparación que hizo la comunidad en ese momento. Para mí fue como una confirmación de que Dios me quería sacerdote.

-¿Dónde quedaría la profesión de médico?

-Sin lugar a dudas que aquí en esta ciudad, como en otros pueblos también, pude ir haciendo las dos cosas; es decir, ofrecer mis servicios como médico y también ser sacerdote para ayudar a todos a poder encontrarse con Dios.

Me parece que eso es lo más importante que he podido hacer, ser instrumento de Dios, del amor de Dios en este pueblo.

-¿Cómo es esa tarea de ayudar a la gente a encontrarse con Dios?

-Se puede hacer de diferentes maneras… creo que intenté hacerlo de todas las maneras posibles. Uno puede encontrar a Dios ayudando a los más pobres; Jesús nos dice: Todo lo que hagan por estos pequeños lo han hecho por mí. Uno puede encontrar a Dios en el servicio a los más pobres.

También en los grupos de catequesis, en los grupos de adolescentes, de  jóvenes, de matrimonios, de adultos. En esos grupos hay caminos, también momentos fuertes como las jornadas juveniles o los retiros para adultos, y sin lugar a dudas en los sacramentos Dios se hace presente. Uno puede decir en ese momento que Dios se hace presente en mí y en el pueblo.

-En ese sentido esta comunidad tiene cosas para contar…

-Sí, una de las cosas que fui aprendiendo en la comunidad es los eventos y los momentos de ‘religiosidad popular’. Esta parroquia tenía muchos eventos y fuimos sumando algunos; por ejemplo, el Vía Crucis en Semana Santa, la procesión del Domingo de Ramos que fue una idea de las catequistas, la Caminata de la Fe, la Bicicleteada, la Peregrinación a la Gruta de la Virgen del Parque ‘Bartolomé’ que la vamos a tener dentro de poco.

Son esas circunstancias especiales donde se trata de hacer lo que vivimos en la vida diaria de un pueblo; caminar, ir hacia el trabajo, ir hacia el estudio, volver hacia nuestras casas. Ese caminar que representa el camino de la vida, que tiene momento felices como las ‘bajadas’, que son lindas en el caminar porque uno va naturalmente y agradece , y también tiene esos momentos de repecho en donde hay espacios de dificultades, de obstáculos a vencer, de sufrimientos, muertes. Son esos momentos en que uno se puede alejar de Dios o se puede acercar a Dios. Y cuando uno abre el corazón Dios se hace presente y se manifiesta en cada uno como un Dios que nos quiere, que nos creó y que nos regala algo muy grande que es la salvación y la vida eterna.

-¿Sientes que la fe está presente en esta comunidad?

-Esta es una comunidad que va creciendo en la fe, es una comunidad pequeña de una Iglesia barrial, donde la fe se va haciendo una realidad. Uno podía decir que más en algunas personas que en otras, pero cada uno va haciendo su crecimiento en la fe.

Hay mucha gente que da una compañía especial; uno siente el servicio de la gente. Por ejemplo, el hecho que hayamos podido aspirar a una ‘escalerita de la fe’, que todas las edades pudieran tener como reflejo crecer en la fe, que el bautismo puede ser a cualquier edad. No es que la comunión es en la niñez y la confirmación en la juventud, sino que eso se puede dar en cualquier momento.

No solamente eso, sino que los sacramentos están hechos para recibirlos y crecer en la fe.

Esta comunidad tiene gente muy comprometida, muy solidaria. Tiene catequistas que los primero que hacen es venir a la Iglesia y ofrecer servicios. Ese servicio de dar catequesis a los demás y ayudar a que los demás conozcan la fe. Ministros instituidos por los Obispos para comunicar la esperanza en los momentos más difíciles; ministros instituidos también para llevar la comunión a los enfermos. También ministros para organizar el camino de la caridad, como es la dimensión de los Vicentinos, como son los talleres que hay aquí de ayuda para los estudios y para las personas mayores. He estado reunido con uno de los talleres y me decían lo bien que les hacía, cómo habían aprendido, cómo hacían determinadas prendas para el servicio propio, de la familia y de otra gente. Cómo les había ayudado el taller para ganar unos pesitos para el presupuesto familiar.

Eso de hacerse sentir útil y el saber que la vida tiene un sentido es muy importante.

-¿En qué está el merendero de la parroquia hoy?

-Uno quisiera que siguiera funcionando como comedor, pero es tanta la cantidad de canastas solidarias que se dan, que pensamos que es mejor pasarlo para el año que viene. En principio lo pensábamos hacer para después del invierno, pero va a ser para el año próximo porque queremos que se estabilice un poco la situación. Hay muchas necesidades, hubo una pandemia que fue llevada lo mejor posible a nivel de salud, pero a nivel económico la gente –sobre todo la que llega a fin de mes y necesita cobrar- se les dificultó. Esa es la gente que hay que ayudar más, por eso vamos a terminar el año con canastas solidarias.

-¿Qué diferencias hay entre la entrega de una canasta y el funcionamiento de un comedor?

-Con el comedor funcionando uno habla, está más tiempo con la gente para conocer su realidad y le puede dar una mano. Muchas veces escuchando a la gente se ayuda mucho más que con el hecho material de darles, si bien necesitan eso.

-Hay una realidad dolorosa que nos marca que es la pobreza infantil. ¿Ese tema hace redoblar el compromiso de la Iglesia? ¿Cómo se asume esa problemática?

-La pobreza infantil tiene su ‘cara’ económica y tiene su ‘cara’ humana, y eso nos hace aumentar los esfuerzos, porque hay niños que no saben lo que es que sus padres puedan estudiar o que sus padres se puedan preparar. Sus padres hicieron lo que pudieron, algunos fueron por el buen camino y otros fueron por otros caminos, se equivocaron, vuelven… Entonces, ¿Cómo ayudar a mostrar los mejores caminos?, porque sin lugar a dudas en el mundo que se viene es el de la tecnología y el de la ciencia.

¿Cómo prepararme si no tengo el reflejo de mis padres, de mis hermanos, de mis primos, de mis amigos? Yo los tuve gracias a Dios; tuve esos primos que siempre me acompañaron, que jugábamos, pero  llegado el momento de estudiar, estudiábamos.

A veces uno no tiene esa familia extendida que los ayude. Bueno, la parroquia quiere ser eso a nivel de la catequesis, a nivel del taller Juan Pablo II, a nivel de los Vicentinos. Quiere ser eso, y si pudiéramos hacer otras cosas más, también.

-¿Cómo qué, por ejemplo?

-Por ejemplo, ahora nos estamos preparando para que toda esa gente que ayudamos con las canastas solidarias reciba nuestra visita. ¿Para qué?, para conocerlos más, para que ellos nos conozcan más y para ver si podemos mejorar nuestra ayuda.

La solidaridad y la caridad son muy importantes, pero también es importante conocerlos y que ellos nos conozcan. A veces una escucha o una palabra es mucho más de todo lo que podemos hacer materialmente.

Así como yo recuerdo momentos puntuales de gente que me ha aconsejado, que me ha mostrado un testimonio de vida, que a mí me iluminó, también a otros se les puede ofrecer eso.

-La vida del sacerdote es esencialmente de compromiso, por tanto el Padre Gabriel cumple hoy 25 años de compromisos…

-Yo he asumido compromisos; por ejemplo, en una época cuando recién empecé asumí el compromiso de ser médico en la Cruz Roja, cuando pasé a la Santísima –que agradezco mucho esa etapa por haber vivido el Año Jubilar del año 2000 con el Padre Ferrero, donde festejamos sus 40 años como párroco y 50 años como sacerdote- viví momentos muy lindos, conocí más la realidad del departamento, asumiendo la responsabilidad de reabrir la policlínica de la Capilla Sagrado Corazón. Y asumir esos compromisos implica que uno se mete en esa realidad y entonces da su tiempo, sus conocimientos y además de eso da servicio.

Para mí lo más importante de este tiempo ha sido estar disponible. Recuerdo que había un afiche que decía: Empecé a servir y encontré la alegría de servir. A nivel de marketing en el mundo se habla poco de la alegría de servir, hablándose más de las necesidades que cada uno puede tener, que está bien porque es importante que uno tenga cosas, pero uno se da cuenta que teniendo las cosas y no da un servicio de su vida no se va realizando. Es como que estamos hechos para donarnos. Así como Dios nos regaló la vida, esta vida está hecha para dársela a los demás.

¿Qué significa eso?

-Que cuando uno empieza a darse a los demás encuentra que es feliz con una simple sonrisa, porque esa simple sonrisa nos muestra la presencia de Cristo Resucitado en esa persona. No es solo la sonrisa del otro, sino el hecho que di todo, y cuando di todo y parece que uno está sin nada, Dios nos regala mucho más.

Es cierto que uno aprende mucho más de los otros cuando se pone a servirlos. Y esa frase que dijo Jesús: No he venido a ser servido, sino a servir, la podemos tomar todos, quienes tengan fe y quienes no tengan fe. El servicio generoso a los demás es lo mejor que podemos hacer.

Eso fue lo que fui aprendiendo aquí, es lo que agradezco, el poder haber servido en estos 25 años a esta comunidad pequeña, el acompañar a familias desde el principio de la vida, durante la vida y hasta el fin. Me llevo muchas experiencias y mucho aprendizaje. He aprendido que este camino que ahora está tomando la Iglesia, de la Sinodalidad, es lo mejor. Son los mejores momentos en la Parroquia de Luján, los mejores momentos en la Diócesis y de la Iglesia uruguaya. Cuando lo fuimos conversando fuimos escuchando las opiniones de los demás, cada uno fue sumando y en ese sumar nos largamos a revisar algo, una peregrinación, un emprendimiento, una actividad más fuerte a nivel de la parroquia. Por ahí va este camino de la Sinodalidad en la misión.

-¿Cómo resultó la experiencia de encontrarse con el Papa Francisco?

-El Papa es un ser humano, pero su ser Papa tiene una gracia especial. Es como encontrarse con Cristo. Nunca traté de mostrarlo muy visible porque me pareció una responsabilidad muy grande; él nos invita a servir más, a servir con más alegría, con más donación.

El Papa Francisco es un Papa especial; es un Papa argentino, nos conoce, conoce la realidad del Uruguay, conoce a los Obispos. Conoce a Mons. Pablo Galimberti, a Mons. Arturo y a Mons. Fabián, entonces, entrar a hablar con él y decirle que uno pertenece a esta diócesis es algo que conoce. Por eso se entabla un diálogo fraterno, de hermanos… pero uno siente que además del diálogo, es la presencia de Dios que no está tejiendo.

Fue una gracia significativa que para mí implica decir: Estoy más al servicio de Dios, en esta caso al servicio de la misión de cada uno y al servicio de la misión de la Iglesia uruguaya.

……..

El Padre Gabriel Rainusso piensa vivir con alegría el domingo 6 de agosto, el día de la celebración de sus Bodas de Plata sacerdotales. Confiesa a ECOS REGIONALES que pedirá a Dios que le “marque los caminos”, porque se siente más seguro de sí mismo.

Comenta que cada vez que ha seguido sus orientaciones han sido mejor en lo personal, pero también para la comunidad.

En base a eso es que estará dispuesto a afirmar: “Nuevamente aquí estoy Señor para hacer lo que tú pidas. Y como decía San Agustín: Señor dame lo que me pidas, pídame lo que quieras”.

Gabriel agradece profundamente a su familia, a la Diócesis, a la comunidad y a Dios por acompañarlo siempre.

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