MONS. PABLO GALIMBERTI (1984-2006)

Mons. Pablo Galimberti (1984-2006)

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Pablo Jaime Galimberti di Vietri (Montevideo, 8 de mayo de 1941), obispo católico uruguayo, fue obispo de San José de Mayo y es actualmente obispo emérito de la Diócesis de Salto.

Nace en Montevideo, el tercero de 6 hermanos. Ingresa al Seminario Mayor Interdiocesano en Montevideo, y asiste a clases en el Instituto Teológico del Uruguay. Estudia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma entre 1965 y 1969, obteniendo la licenciatura en teología dogmática. Se desempeña como diácono en Saint Louis, Missouri, Estados Unidos durante unos meses en 1969, para volver a Uruguay, donde es ordenado sacerdote el 29 de mayo de 1971.

Fue vicario cooperador en la parroquia Ntra. Sra. de los Dolores (Reducto), profesor de fenomenología de la religión y teología dogmática en el Instituto Teológico del Uruguay, director espiritual y formador en el Seminario Interdiocesano, donde fue nombrado Vicerrector en 1977.

Fue también Delegado Episcopal de la Comisión Nacional para los no-creyentes y consultor del Secretariado para los no-creyentes (Roma).

Se vincula a la Institución Dalmanutá, asociación de fieles dedicada a la dirección espiritual, fundada en 1980 por el jesuita Luis Pedro Montes y Ernesto Popelka.

El 12 de diciembre de 1983 fue nombrado obispo de la diócesis de San José de Mayo, y es ordenado el 18 de marzo de 1984 por el nuncio apostólico Franco Brambilla.

En su diócesis promovió la creación de Encuentro FM, emisora de radio católica.

En materia de derechos humanos, Galimberti tuvo una relevante participación en las investigaciones que llevaron a la aparición de Macarena Gelman, nieta del poeta argentino Juan Gelman. También se ofreció a tomar confesiones de acusados de delitos de represión y tortura.

Fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay (1998-2000) y luego secretario general de la misma (2001-2003); y presidente (2004-2006). Ha sido co-presidente de la Confraternidad Judeo–Cristiana de Uruguay y ha desempeñado otros varios cargos en la Conferencia Episcopal y también en el CELAM.

El 16 de mayo de 2006 fue nombrado obispo de la diócesis de Salto, debido a la renuncia de Daniel Gil Zorrilla por razones de edad. Al retirarse de San José, le fueron entregadas las llaves de la ciudad por el intendente municipal Juan Chiruchi, como reconocimiento a su notable actividad.

Escudo Episcopal

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¿Para qué un escudo? Para ilustrar, mediante imágenes, símbolos y colores, cuál es la misión del obispo.

El corazón. Es el Corazón humano de Jesús que contiene el tesoro más grande: los latidos, pensamientos y sentimientos del Corazón del Hijo de Dios, de la misma naturaleza que el Padre. Es como una ventana a través de la cual “vemos” y “palpamos” la Misericordia del Padre que nos ama con amor eterno y compasivo. Jesús, en la Cruz, atravesado por la lanza, abre para nosotros la fuente de agua viva y comunica su Espíritu para dar vitalidad a las acciones y palabras de sus discípulos. Este Amor es el origen y fin de la misión de la Iglesia y del obispo.

La estrella. Es María, Madre de Jesús y también nuestra. Fiel y fuerte, su “Sí” sostiene y alimenta el “sí” de la iglesia y sus pastores. Su presencia y devoción en nuestras comunidades eclesiales es una señal segura de que la vida de Jesús, sigue haciéndose “carne” en el mundo.

La oveja. Símbolo de la comunidad eclesial a quien Jesús, el buen pastor, conduce y alimenta. El obispo encarna esta preocupación y cuidado del pastor que llama, reúne, alimenta, defiende y quiere reunir a todos, como buen padre. Es su misión pastoral.

La serpiente. Sirve, desde los comienzos de la Biblia de disfraz a un ser hostil a Dios y enemigo del hombre, en el cual, toda la tradición cristiana ha reconocido al Adversario, al diablo. Es como la voz oculta que con engaño envenena el alma de Eva, introduce la duda, mata la amistad con Dios y lo arruina todo. Así aparece en el libro del Génesis (Gn. 3). La iglesia interpreta, siguiendo a San Agustín, que la historia de salvación gira entorno a Eva y María, el rechazo o la aceptación de los caminos de Dios. También la historia tiene como eje a Adán y Cristo, el hombre viejo y el Hombre Nuevo.

Jesucristo al inicio de su vida pública, enfrenta al adversario (relato de las tentaciones) venciéndolo. Su victoria definitiva en la Cruz es garantía y esperanza de salvación para el pueblo cristiano.

“Mi fuerza en la debilidad”. Expresión audaz de San Pablo (2 Cor. 12,10) quien confiesa que su fuerza está en el Señor y que la experimenta cuando se reconoce débil.