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[NAVIDAD 2020] UNA NAVIDAD DISTINTA

P. Sergio Pinto @Sergiodapint

Estamos viviendo un año muy peculiar, marcado por esta Pandemia. Y muchos murieron en el mundo y muchos enfermaron. Y tenemos que seguir cuidándonos… Un filósofo dijo una vez: “Lo que importa no es lo que te sucede, sino cómo reaccionas a lo que te sucede”… sería bueno que aprendiéramos de esta pandemia: que no somos tan poderosos como pensamos, que necesitamos de los demás, que tenemos que cuidar la propia vida y la de otros, que podemos perdonar y perdonarnos a nosotros mismos, que no todo en la vida es tener y comprar, que podemos ayudar a los que no tienen trabajo y ser solidarios, que es posible ser más humanos y mejores personas.

Alguien hace tiempo me acercó este cuento de Navidad. Lo contaré a continuación porque presenta un hermoso camino hacia el corazón del niño Jesús.

Se dice que, cuando los pastores se alejaron y la quietud volvió, el niño del pesebre levantó la cabeza y miró la puerta entreabierta. Un muchacho joven, tímido, estaba allí, temblando y temeroso. -Acércate -le dijo Jesús- ¿Por qué tienes miedo?

-No me atrevo… no tengo nada para darte.
-Me gustaría que me des un regalo -dijo el recién nacido.
El pequeño intruso enrojeció de vergüenza y balbuceó:
-De verdad no tengo nada… nada es mío; si tuviera algo, algo mío, te lo daría… mira.
Y buscando en los bolsillos de su roto pantalón, sacó una hoja de cuchillo herrumbrada que había encontrado.
-Es todo lo que tengo, si la quieres, te la doy…
-No -contestó Jesús- guárdala. Querría que me dieras otra cosa. Me gustaría que me hicieras tres regalos.
-Con gusto -dijo el muchacho- pero ¿qué?
-Ofréceme el último de tus dibujos.
El chico, cohibido, enrojeció. Se acercó al pesebre y, para impedir que María y José lo oyeran, murmuró algo al oído del Niño Jesús:
-No puedo… mi dibujo es «remalo»… ¡nadie quiere mirarlo…!
-Justamente, por eso yo lo quiero… siempre tienes que ofrecerme lo que los demás rechazan y lo que no les gusta de ti. Además quisiera que me dieras tu plato.
-Pero… ¡lo rompí esta mañana! – tartamudeó el chico.
-Por eso lo quiero… Debes ofrecerme siempre lo que está quebrado en tu vida, yo quiero arreglarlo… Y ahora – insistió Jesús- repíteme la respuesta que le diste a tus padres cuando te preguntaron cómo habías roto el plato.
El rostro del muchacho se ensombreció; bajó la cabeza avergonzado y, tristemente, murmuró:

-Les mentí… Dije que el plato se me cayó de las manos, pero no era cierto… ¡Estaba enojado y lo tiré con rabia!
-Eso es lo que quería oírte decir -dijo Jesús- Dame siempre lo que hay de malo en tu vida, tus mentiras, tus calumnias, tus cobardías y tus crueldades. Yo voy a descargarte de ellas… No tienes necesidad de guardarlas… Quiero que seas feliz y siempre voy a perdonarte tus faltas. A partir de hoy me gustaría que vinieras todos los días a mi casa.

Cuando pensamos en los regalos de Navidad, pensamos en aquello que se puede comprar envuelto en papeles de colores. Sin embargo, existen muchísimas realidades que no se pueden comprar, y otras, que nunca nos animaríamos a regalar, pero que sí podemos poner en manos de Jesús para que él las transforme.

En un momento de silencio ante el arbolito de Navidad o ante el pesebre, pongamos simbólicamente en las manos del niño Jesús todo aquello que nos duele o nos cuesta… que Él venga a nacer en nosotros y renovarnos!!! Paz, Bien y Felicidad… siempre en las Manos de Dios!!!

Padre Sergio Pinto