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San José inició el Jubileo de la Misericordia

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APERTURA DE LA PUERTA DE LA MISERCORDIA

El 12 de diciembre, coincidiendo con la Ordenación sacerdotal de Damián Legelén, el Obispo diocesano Mons. Arturo Fajardo abrió la “Puerta de la Misercordia” en la Catedral de San José. Un gesto simbólico que tuvo lugar en el atrio de la Basílica Catedral y Santuario Nacional de San José, a partir del cual queda iniciado el Año Jubilar de la Misericordia convocado por el Papa Francisco.

La procesión comenzó desde el Hogar Católico por las calles de alrededor del templo de la Catedral hasta llegar al atrio. Allí comenzó el rito de apertura de la “puerta de la misericordia”. Las otras puertas de acceso al templo estaban cerradas, al igual que la central y se invitaba a todos los fieles a salir al atrio y pasar luego por la “puerta” central que sería abierta para dar inicio al Jubileo. Allí el Obispo diocesano, Mons. Arturo Fajardo realizó una oración y una lectura bíblica proclamada por un diácono, en este caso la denominada “parábola de la oveja perdida”, tomada del evangelio según san Lucas (15, 1-10)

El obispo brevemente explicó el sentido de este Año Santo de la Misericordia y el significado del rito de la apertura de la puerta Basílica Catedral, corazón de la comunidad diocesana, como expresión de inicio del Año jubilar convocado en toda la Iglesia universal por el Papa Francisco y que concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Cristo Rey del Universo.

“Abran las puertas de la justicia, entraremos para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: por ella entramos para obtener misericordia y perdón”, expresaba la plegaria leída por el Obispo. En ese momento el Obispo empujó para abrir la puerta principal de la Basílica Catedral, cruzando el umbral y se fue organizando la procesión hasta el altar. Al Obispo diocesano le siguió Mons. Milton Tróccoli, obispo auxiliar de Montevideo y rector del Seminario Mayor Interdiocesano, el resto de los celebrantes y los fieles. Durante la procesión, el Obispo fue portando únicamente el libro de los Evangelios “Evangeliario”.

En la Parroquia Santísima Trinidad de la capital de Flores, el otro departamento de la Diócesis, el obispo presidirá la apertura del templo y el inicio del Año Jubilar dedicado a la Misericordia el Domingo 20 de diciembre a las 20 horas, en una celebración que presidirá el mismo Obispo diocesano.

JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

Con esta apertura de la “Puerta santa” los fieles podrán participar de las celebraciones previstas en el Jubileo extraordinario de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco, el cual ha invitado a toda la Iglesia a este Jubileo que comenzará con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana de San Pedro durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre.

Durante este tiempo jubilar, los templos estarán abiertos para que los fieles se acerquen al sacramento de la reconciliación y puedan ganar indulgencias durante todo el Año de la Misericordia.

En su reciente viaje por África, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Catedral de Bangui en la República Centroafricana como un importante gesto para alentar la paz en ese país y el mundo. Es la primera vez que un Pontífice realiza este gesto fuera de Roma y en un templo distinto a las basílicas papales de la Ciudad de Roma.

A través de una Bula (Documento de los Papas) el Papa ha convocado a este Jubileo, el documento lleva por título “Misericordiae Vultus” (El rostro de la Misericordia) y expresa en uno de sus tramos; “…he decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia, Lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: ‘Seamos misericordiosos como el Padre’”, expresa el Papa.

El lema de este año jubilar es “Misericordiosos como el Padre”, tomado del Evangelio según san Lucas. Se propone así vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida.

El anterior Año Santo fue decretado y celebrado por el entonces Papa Juan Pablo II (hoy Santo) en el año 2000, con motivo de los 2000 años del nacimiento de Jesucristo.