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[Valentín y Herminda] “Dios se vale de personas para hacerse conocer”

Entrevista: Tomás Puerto
facebook.com/tomasclaudio.puertobarcelo

Me propusieron que adivinara su nombre. Algunos datos referentes para facilitarme la respuesta. Alto, figura espigada, tenía una moto roja. No. Algo más. Cobrador del Club San José y River Plate, institución de la que es hincha, aunque vive a pocos metros de la cancha de Central. Con ese aporte recorrí la calle Ruperto Pérez Martínez hasta llegar a la casa de Valentín. Por la adivinanza, no me dieron ningún premio tangible, pero si, el apretado abrazo de un hombre bueno.

“Soy nacido en la campaña de Tacuarembó en el paraje llamado Laureles, cerquita de San Gregorio de Polanco. En el año 1959 tuve un problema de salud asistiéndome en Montevideo. El mismo médico que me operó me consiguió trabajo en San José en Poder Judicial (1964).”

Mi curiosidad lo llevó a recordar que en esa zona del país, no había capilla, eso sí, fui bautizado. El Cura, pasaba a caballo cada seis meses por el pago.

¿Cómo te preparaste para la primera Comunión?

“Dios se vale de personas para hacerse conocer- de eso no tengo dudas. Conocí a Herminda, quien me vinculó con el Padre Mario Hernández, que fue mi catequista. Él, era Secretario del Obispo Monseñor Baccino.

Ahí tenía veinte años y pico. Me confirmé antes de casarme.

Cincuenta y dos años que vivimos el sacramento del matrimonio.

Valentín recordaba que los días domingos había misas desde las seis de la mañana con la participación de muchísima gente. Su perseverancia lo condujo al catecumenado. Ana María fue su maestra.

Luego estuvo consagrado al equipo de liturgia. El Hermano José Mario Dipacce lo invitó y por muchos años, realizó ese servicio, armando los guiones, y preparando los cantos.

Me contó un detalle. En su tiempo el órgano ya no funcionaba. Destacó su deseo para que ese instrumento fuera acondicionado. “La solemnidad que aporta en las celebraciones es muy importante, da belleza a la oración” -apuntaba- mientras desde la otra habitación se afinaba una guitarra.

“Se va a extrañar cuando falte Hugo. Creo, que aún le saca sonidos y además controla el corazón de San José, que es nuestro reloj” afirmaba Valentín.

Su casa fue levantada con gran sacrificio en ese barrio humilde y trabajador. En la época en que el molino Gramon daba los últimos suspiros. Sus calles fueron testigo del andar del padre Torres, un animador nato, movilizando a cada vecino para participar de la procesión en honor a la Virgen María, uniendo la capilla del Barrio Exposición, con la del Barrio Industrial. Cientos de personas, caminaban junto a los cantos y al perfume de los jazmines blancos del mes de diciembre.

Hoy concurre a las Misas del padre Severino. Asombrado de lo pujante que es el alemán. Cuando estuvo hace poco en su país, se quería venir, porque extrañaba San José.

Valentín es muy feliz. Su trabajo dio sus frutos. Hoy tiene un “trono” muy cerca de un ventanal. Allí aprecia un Cielo muy celeste que se deja ver en la fresca tardecita.

Herminda sigue preparando los nuevos cantos para la capilla.

En la charla, él reflexionaba…”no me explico cómo los jubilados pueden vivir con lo que se le paga”… silencio….

Para romperlo, le pregunto…

¿hincha de Central….?

“No!!! -contestó rápidamente – y una carcajada muy sonora atravesó la cocina. Sus brazos se extendieron y un apretado abrazo, cerró la visita. Volvió en sus pasos.

¡Espera!!

Antes de subir al auto, me entregó la imagen de la Virgen de los “33” la

Madre de la Patria, en un papelito. Mirando la imagen de María, veo que sus manos están en oración, su pierna derecha está en movimiento. El manto también se agita, lo que representa el soplo del Espíritu Santo…

Gracias Valentín Salsamendi!!!!! Mirando el espejo retrovisor del auto, se veía la pareja. Se miraban. Sonreían. La mano de Valentín se apoya sobre el hombro de Herminda. Al girar los pierdo. Eso queda grabado en mí.

“….bendice ese amor, para que expresen siempre la vida del sacramento celebrado en la fe .Por Jesucristo nuestro Señor”.

Amén.