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Mons. Romero celebró Misa en la Capilla de Fagina, su tierra natal

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El lunes 27 de junio, el Obispo emérito de Canelones, Mons. Orlando Romero, fue invitado a celebrar la Fiesta Patronal de la Capilla de Fagina, dedicada a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Invitado por Mons. Arturo Fajardo, obispo de San José de Mayo y el Padre Federico Bragonzi, párroco de Estación González a celebrar la Fiesta de la Capilla de Fagina. El obispo emérito es oriundo de esa zona rural de San José, siendo el único Obispo uruguayo nacido en el departamento josefino. Mons. Romero nació el 21 de diciembre de 1933 y de joven se vinculó a la Capilla de su zona e ingresó a los 10 años al pre-seminario o seminario menor que había inaugurado Mons. Ricardo Di Martino, muy querido por los maragatos y que fue por 45 años párroco de la Parroquia de San José.

La oración del Santo Rosario fue guiada al comienzo por Mons. Arturo y Mons. Orlando, debido al mal estado del tiempo que no permitió realizar la procesión con el cuadro histórico de la Virgen del Perpetuo Socorro que dejaron los misioneros redentoristas hace muchos años.

En la Santa Misa, que presidió Mons. Romero, agradeció en primer lugar al Obispo de San José el permitirle presidir la Eucaristía en la capilla de Fagina, territorio de la Diócesis.

En la Homilía, Mons. Romero reflexionó y actualizó el pasaje del Evangelio de ese día que narra la visita de la Virgen María a su prima Isabel.

El Obispo agradeció la oportunidad de celebrar en medio de ese lugar, “hace mucho tiempo que no nos veíamos o teníamos oportunidades de estar juntos”, expresó con satisfacción por esta oportunidad de volver al lugar donde nació y de “venir a las raíces”, expresó Mons. Romero.

El Obispo nació cerca del Paso del Rey, paraje contiguo a Fagina, el 21 de diciembre “van a hacer 83 años, linda ocasión de volver al origen, nuestro nacimiento vinculado a un lugar, a una familia, a una zona que tiene sus particularidades”, recordó.

Más adelante en su reflexión, Mons. Romero se refirió a la forma en la cual comenzó a “inquietarse” por ser sacerdote y el surgimiento de su vocación. “No tengo un día preciso, ni conocimiento de algún acto o de alguna palabra que me suscitara en mi el deseo de ser sacerdote. Yo siempre desde chico jugaba a ‘dar misa’, me disfrazaba con un vestido de mamá. Ahí había algo, que aún siendo chico, 6 o 7 años, era un gusto, una inclinación…”, comentó el obispo emérito de Canelones.

En varios tramos de su homilía el Obispo recordó a sus familiares que fueron referentes y guías en este camino hacia el sacerdocio “yo venía con frecuencia a la casa de mis abuelos de vacaciones, recuerdo a la abuela Lisa y mi abuelo Pedro y los primos muy grandes”. La oración estuvo siempre en medio la familia, así lo contó: “Mi abuela en el comedor, juntaba a toda la familia y antes de cenar se rezaba el rosario, era costumbre. Había una mesa y en el centro se apoyaba un pequeño cuadro del Sagrado Corazón y se esperaba a los tíos que dejasen sus tareas en el campo. El Rosario lo dirigía la abuela”, recordó Mons. Romero sobre aquella imagen grabada en sus primeros años.

En la zona de Fagina era frecuente la visita de los Misioneros Redentoristas que realizan misión en las zonas rurales vecinas, “animaban y entusiasmaban la fe, recuerdo que se quedaban en casa de mi tía Rosa, que era la catequista y de Felipa que se ocupaba de la Capilla”, comentó Romero.

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EN EL PRE SEMINARIO DE SAN JOSÉ

Mons. Romero decidió desde chico ingresar el Seminario. Como no tenía la edad suficiente tuvo que hacer la experiencia del Seminario Menor o Pre Seminario en San José, que había fundado Mons. Ricardo Di Martino, párroco de la Parroquia Catedral de San José durante 45 años y gran referente de cambios, transformaciones y obras de la Iglesia local.

“Extrañaba los primeros meses, pero Di Martino era un papá, un enfermero, un maestro para nosotros, éramos 24 chicos. Allí me fui formando en los conocimientos básicos hasta la mayoría de edad, donde pasé al Seminario de Montevideo y a los 24 años, un 15 de diciembre de 1957 fui ordenado sacerdote”, recordó Mons. Romero, añadiendo que el próximo año cumplirá sus 60 años de ministerio sacerdotal.

“Cuando venía de vacaciones a Fagina, a casa de mi tía Rosa, ella me hacía hablar en la Capilla, era el sobrino “curita”, para la familia era toda una novedad y ahí me fui entrenando…”, hacía memoria Mons. Romero, donde mencionó que la Capilla de la Fagina se llenaba y venían muchos vecinos todos los Domingos, haya o no Eucaristía, muchas veces a compartir la oración del Rosario.

El 21 de diciembre de 1957 tuvo su primera Misa en la Capilla de Fagina, que era un templo más pequeño que actual. Al día siguiente, el 22, celebró en la ya Catedral de San José. Su primer destino pastoral fue la Catedral de Montevideo, la parroquia del Cordón y luego la Aguada. “Muchos compañeros me bromeaban diciendo: vos que venís del medio del campo te mandan al centro de la ciudad y a Montevideo”, comentó.

“Paso raya y sumo y he sido feliz”

Mons. Romero está a punto de cumplir 83 años. En la parte final de su Homilía hizo un balance de sus años y de su ministerio al servicio de Dios y de su Iglesia. Como sacerdote, sus 8 como Obispo auxiliar en Montevideo y sus 16 años de Obispo en Canelones, “… no ha sido una vida de amarguras, no ha sido una vida que soporté, me he sentido feliz, me sorprende que a esta altura de la vida sigo con entusiasmo y me estimulan todos los desafíos en el momento actual para anunciar a Jesucristo y que sea un anuncio que de un sentido a la vida”, destacó.

La Catequesis fue una de las grandes preocupaciones y ocupaciones de Mons. Romero “siempre anunciando a Jesucristo, buscando la manera, en este tiempo difícil que vivimos, como anunciarlo, que signifique el desarrollo pleno del ser humano”, dijo.

Al finalizar sus palabras, Mons. Romero agradeció: “Gracias Señor por la vida, por la fe, por el ministerio, el servicio que he dedicado mi vida a los demás, con mis errores, faltas, carácter, ha sido una gracia de Dios el hecho de ser sacerdote. Donde miro para atrás y el Señor me ha ayudado”, agradeció.

Mons. Orlando Romero se retiró a los 75 años, como indica la Iglesia, del Obispado de Canelones y actualmente reside en un monasterio donde se encuentran las Hermanas Clarisas, monjas de clausura. Allí celebra la Misa y atiende en los sacramentos a las religiosas.