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Mons. Antúnez: “Te invito a que declares a Jesús, Rey de tu corazón, Rey del Universo, a que le abras tu vida, a que te dejes habitar por Él”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, obispo de la Diócesis de San José de Mayo, compartida en “Palabras de vida” (Puerto de Encuentro) a través de la plataforma de Visión Ciudadana, el espacio “Momento de reflexión”en Radio 41 AM 1360 y en Radio María Uruguay, junto a los “Mensajes dominicales” de los Obispos del Uruguay, de este Domingo 24 de noviembre de 2024 (Solemnidad de Cristo Rey)

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     18, 33b-37
 
    Pilato llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres Tú el rey de los judíos?»
    Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?»
    Pilato replicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?»
    Jesús respondió:
        «Mi realeza no es de este mundo.
        Si mi realeza fuera de este mundo,
        los que están a mi servicio habrían combatido
        para que Yo no fuera entregado a los judíos.
        Pero mi realeza no es de aquí».
    Pilato le dijo: «¿Entonces Tú eres rey?»
    Jesús respondió:
        «Tú lo dices: Yo soy rey.
        Para esto he nacido
        y he venido al mundo:
        para dar testimonio de la verdad.
        El que es de la verdad, escucha mi voz».
 
Palabra del Señor.

Desde Puerto Rico, desde la localidad de Ponce, donde estamos junto a la delegación de Uruguay, compartiendo el 6.º Congreso Americano Misionero. Envío un saludo muy grande a toda la audiencia de Puerto de Encuentro. Este Congreso nos recuerda la vocación común, ese bautismo que nos hace sacerdotes, profetas y reyes, y nos recuerda también que cada uno de nosotros tenemos en la vida una misión. Hemos sido soñados por Dios. Hemos sido pensados por el Padre.

Dios nos invita a vivir esa lógica trinitaria del amor, del amor que se expresa en los gestos. Por lo tanto, uno de los grandes desafíos de la vida consiste en descubrir cada uno nuestra propia misión, desde el discernimiento y poner en juego nuestros talentos, cualidades y dones. La misión también nos recuerda a tantísimas personas que nos han entregado la fe. Así, cada uno de nosotros estamos aquí. Si nos reconocemos como hijos amados es porque ha habido alguien que nos ha anunciado con pasión, con alegría, con gozo. El mensaje del Evangelio, por lo tanto, la invitación que te hago y me hago es que también podamos cada uno de nosotros comprometernos en esta misión, comprometernos en la tarea del anuncio del Evangelio, comprometernos en este desafío apasionante de vivir la vida en clave de misión, escuchando al corazón, discerniendo las mociones, entregándonos, saliendo del terreno seguro, yendo más allá. Este Congreso nos brindó testimonio de tantísimas personas que se juegan la vida en contextos desfavorables en la Amazonía, en países que viven en persecución a la fe religiosa, tantos otros que donan su vida también de manera sencilla en gestos de todos los días.

El evangelio de este domingo nos pone delante la imagen de Cristo Rey Cristo, Rey del Universo, Cristo que ha venido al mundo para regalarnos el amor del Padre Cristo que nos enseñó el mensaje del amor. Cristo que se abajó y eligió el camino Humilde del servidor. Este reino de Dios no consiste en posesión de ningún territorio. No es para ninguna de las culturas. Es para todos. Es para todos aquellos que quieran abrir su corazón al amor de Dios. El Reino se lo juegan los pequeños gestos, como ese grano de mostaza que muere y da la vida. Pero el reino también es trascendente. Concluirá un día, junto al Padre, cuando podramos compartir todos la alegría y el gozo de ver al Señor resucitado.

Te invito a que declares a Jesús, Rey de tu corazón, Rey del Universo, a que le abras tu vida, a que te dejes habitar por Él, a que lo declares, Señor del universo, a que postres tu vida entera ante Él y le digas que sí como la Virgen Santísima, para que Dios pueda plasmar en tu vida el sueño original que tiene el reproducir la imagen de su Hijo a través de nuestros gestos. Y que el Señor nos bendiga. El que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.