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Mons. Antúnez: “Pidamos al Señor por mediación de la Virgen Santísima, entonces, que bendiga esta jornada, que pueda ser una verdadera fiesta de la democracia”

Compartimos la reflexión de Mons. Fabián Antúnez SJ, obispo de la Diócesis de San José de Mayo, compartida en “Palabras de vida” (Puerto de Encuentro) a través de la plataforma de Visión Ciudadana, el espacio “Momento de reflexión”en Radio 41 AM 1360 y en Radio María Uruguay, junto a los “Mensajes dominicales” de los Obispos del Uruguay, de este Domingo 27 de octubre de 2024 (XXX Domingo del tiempo durante el año) y en la Homilía de la Misa en Radio 41 AM 1360

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     10, 46-52

Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!»
Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo».
Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Animo, levántate! Él te llama».
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia Él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver».
Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

Palabra del Señor.


Quiero que esta Palabra de Dios pueda llegar a tantas personas que o están o se sienten fuera del camino. Están al borde del camino. El Papa habla de aquellos que están en las periferias, de aquellos que no cuentan en el sistema, de aquellos que son producto de descarte.

Tantos ancianos que dejaron de ser productivos. Tantas personas que experimentan muchas veces el despido laboral, tantas mujeres que experimentan la inequidad en muchos lugares de nuestra humanidad. Tantos niños que carecen de las oportunidades de poder crecer, de poder ir adelante en su educación. Los que están en el borde del camino, los que están fuera de este sistema consumista, individualista, con reglas de mercado donde a veces se hace difícil pertenecer.

Donde a veces se hace difícil abrirse camino en la existencia. La experiencia del encuentro con Jesús hace que los que están al borde del camino se sientan dignos. Ha sido la experiencia de los leprosos, de los enfermos, de aquellas mujeres que eran consideradas pecadoras.

Y hoy es la experiencia de Bartimeo, este mendigo ciego, mendigo, ciego, pero que tiene la capacidad de escuchar el paso del Señor y siente que su existencia, su vida, se juegan la posibilidad de encontrarse con el Señor. Son esos encuentros que te cambia la vida, que te cambian la existencia, que te hacen sentir dignos, que te hacen sentir amados, que te descubren posibilidades en tu vida. Unos que hacen que descubras que dejes de estar tirado y que te pongas de pie.

Necesitamos ministros de la Iglesia, laicos comprometidos, transparentar esta experiencia del amor de Jesús para intentar poner de pie a tanta gente. Y también, quizás si somos nosotros los que estamos postrados, a veces, quizás no físicamente, pero puede ser postrados espiritualmente, áreas de nuestra vida que están, eh, que están quietas, que no han madurado, que no han experimentado la experiencia del amor. También que se las podamos presentar al Señor Jesús.

Muchos quieren impedir en el encuentro y Reprenden al ciego para que se silencie. Sin embargo, él insiste en la petición. Grita, clama, Hace una oración de la lamentación. También sucede muchas veces que en lugar de favorecer el encuentro, de propiciar que la gente que está más alejada se encuentre con Jesús. Misteriosamente, los ministros de la Iglesia. Silenciamos esas voces. Impedimos que esas voces lleguen a Jesús. Son voces molestas, Son voces incómodas. Son voces que rompen una aparente armonía y belleza. Son las voces de los que están postrados.

Necesitamos, por el contrario, permitir que se expresen, no permitir que surjan, permitir que lleguen a Jesús. Esta petición también del fondo del corazón Hijo de David, ten piedad de mí, brota de un corazón que reconoce en Jesús al Mesías caminante, al que tiene poder de cambiar la historia, al que tiene la capacidad de transformar la existencia. Qué bello es que de repente el Señor, en medio de la marcha, se detiene en esta persona, la llama y le hace esta pregunta bellísima que también nos la hace a cada uno de nosotros. ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Qué necesita tu corazón? ¿Qué viene anhelando?

Necesita paz, Necesita sanación del corazón. Necesita recuperar la esperanza. Necesita soltar aquello que lo tiene postrado. Necesita, en definitiva, la experiencia de sentirse amado para recuperar fuerzas y volver a caminar. Bueno, te invito a que hoy lo podamos. A todas estas áreas de nuestra vida, o a todas estas personas que descubramos que necesitan de nuestra intercesión, presentárselas al Señor. Él es capaz de poner de pie y convertir a una persona que está al borde del camino en un alegre discípulo. Bartimeo se pone en el camino del seguimiento, alaba a Dios y se convierte en uno más de los anunciadores del mensaje de la Buena Noticia. Hace el proceso de estar tirado a ponerse de pie.

Suelta el manto como un símbolo de abandonar sus seguridades, sus viejas seguridades y se pone en camino. Caminos nuevos, caminos de vida, caminos de dignidad. Este Jesús, Este es el Señor. Ojalá que lo podamos experimentar en el fondo del corazón, lo podamos transparentar, lo podamos anunciar. Podamos, como decía, permitir que estas voces que necesitan ponerse de pie se expresen en nuestro mundo y ayudarlas a canalizarlas de manera adecuada a esas voces, a esos gritos, a esos clamores de nuestro mundo, de tantísima gente que necesita hoy un poco de esperanza, un poco de ilusión, un poco de fe.

Que este día, como decíamos, electoral, sea un día de seguir construyendo nación, construyendo pueblo fiel a la historia del Uruguay, a su mejor historia, Historia de acuerdos, historia de puentes, historia de construcción compartida de la sociedad.

Pensando sobre todo en las generaciones más jóvenes, en oportunidades laborales, pensando en los niños que puedan crecer en paz, pensando en los ancianos, que puedan tener una vida digna, quienes han entregado todo. Pidamos al Señor por mediación de la Virgen Santísima, entonces, que bendiga esta jornada, que pueda ser una verdadera fiesta de la democracia.

Que podamos sentir en el corazón la alegría de ser ciudadanos que construyen la democracia con su participación activa a través del voto. Que así sea.