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P. José Ferrero (1925-2012)

GIUSEPPE FERRERO CONTI, nació el 14 de junio de 1925 en Caresana, un pueblito de Vercelli, Provincia de la Región Piamonte, al norte de Italia. Se crió y formó en un hogar humilde, digno, solidario y feliz, lo que le permitió sobrellevar las secuelas de una época de guerras, de hambre y de miserias.

Su vida estudiantil transcurrió en su pueblo natal mientras cursó la primaria, pero los estudios secundarios los realizó en Vercelli.

Nunca había pensado ingresar al Seminario, pero a los 18 años de edad se decide a hacerlo, a instancias de un Teniente Cura de su pueblo, quien se encargaba de trabajar con los jóvenes, que le preguntó un día: “¿No te gustaría ser cura?”

Ante esta pregunta contestó: “Nunca lo había pensado… pero me gustaría ser como usted.”

En 1939, estalló la Segunda Guerra Mundial y allí pasó hambre y frío, pero igualmente siguió los estudios siendo ordenado sacerdote el 29 de junio de 1948, en la Catedral de Vercelli.

Posteriormente hizo un postgrado de especialización en Teología Moral en Turín, en el Instituto San Giuseppe Caposso, donde se preparan los profesores del Seminario del Norte de Italia (pues ese era el destino que le había asignado su Obispo), durante un período de dos años.

Estando allí, en una jornada del clero -eran unos quinientos sacerdotes- en la Catedral donde se conserva la Santa Sábana en la que fue envuelto Cristo, el Cardenal en su homilía dijo: “Aquí nos estamos lamentando de la escasez vocacional, pero acabo de hablar con el Obispo de Uruguay, Monseñor Viola, que nos da estos números: tantos habitantes, tantos sacerdotes, tanto territorio…”

Ferrero sintió que había llegado la oportunidad que estaba esperando, para satisfacer su vocación de misionero en algún lugar lejano de su patria natal.

De inmediato fue a visitar a Monseñor Viola, quien se hospedaba a pocas cuadras del lugar donde él lo hacía y fue atendido por su secretario, el P. Baccino –que luego llegaría a ser el primer Obispo de la recién creada Diócesis de San José de Mayo- y “que hablaba perfectamente el italiano”.

Durante la charla que se generó entre ellos, Ferrero se ofreció para venir a Uruguay a ejercer su ministerio, lo cual fue aceptado de inmediato por Monseñor Viola.

Se embarcó el 11 de febrero de 1950 realizando el viaje en 21 días de navegación.

Al llegar a nuestro país fue recibido por el Padre Baccino, en ese entonces párroco de la Parroquia de la Aguada. Allí permaneció los primeros días donde, contaba, que “tomó mate por primera vez, desde su ventana veía el Palacio Legislativo y al llegar la noche lloraba porque extrañaba su patria, sus amigos, su familia.”

Su primer destino fue la ciudad de Salto, donde estuvo unos 45 días, para aprender el idioma. Luego fue enviado por Monseñor Viola a Mercedes, de ahí fue como encargado de la Parroquia de Colonia del Sacramento.

El 10 de agosto de 1953 su destino es Artigas, como Teniente Cura, donde estuvo dos años y medio.

Entre sus anécdotas siempre recordaba cuando visitaba la campaña de Artigas en volanta recorriendo 1.200 Km. durante 40 días.

El 24 de marzo de 1956 fue trasladado a Tambores, donde se desempeñó como Cura Párroco durante 4 años.

Finalmente, el 24 de abril de 1960, llegó a Trinidad donde permaneció hasta sus últimos días.

El interés que siempre primó a lo largo de su vida, fue el de estar informado, al día, tanto en el aspecto eclesial como social. Por ello contaba con una selecta y variada biblioteca (teología, filosofía, predicación bíblica, historia, literatura, arte, cocina, música, perros…) y recibía publicaciones de otros países, lo que lo mantenía en contacto permanente con todas las corrientes de pensamiento, las que volcaba en sus brillantes homilías, en sus cartas de Navidad, que hacía llegar a todo el pueblo, que las esperaba con avidez por su contenido.

En el marco de las Fiestas Tradicionales, a partir del año 1992, decidió elaborar un mensaje dedicado a todo el pueblo de Flores. Los mismos contenían el saludo y las alegrías y vicisitudes que hubieren ocurrido en cada año. Así mismo, cada una de ellas estaba impregnada de esa palabra acertada, de siembra fecunda, transmitiendo de ese modo, un mensaje profundo y de esperanza.

Los primeros mensajes los hizo en forma manuscrita que luego fotocopiaba; pero con los avances de la tecnología, más adelante, y con la ayuda de sus amigos, fueron hechos en computadora.

El 14 de junio del año 2000, el Padre José Ferrero cumplió sus 75 años de vida, presentando al Obispo Diocesano, la renuncia al cargo de Párroco.

Una de las últimas fotos del P. Ferrero
Una de las últimas fotos del P. Ferrero