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66º aniversario sacerdotal del P. Mario Hernández

10 de octubre de 1954 / 10 de octubre de 2020

66 años de sacerdocio y testimonio. Testimonios de María José Arnábal y Cecilia Peña Piñeyro
TOMADO DE: https://adoracioneucaristicasanjose.blogspot.com/p/blog-page_64.html

66 años de vida sacerdotal! Lindo haberlo vivido para poderlo contar!

Pero más lindo es haber sido parte de esos 66 años.

Cuantas historias familiares, momentos importantes, alegrías y tristeza.

Todos los años es uno de los primeros en saludarme el día de mi cumpleaños.

Siendo una niña lo conocí. Tengo muchos recuerdos de reuniones familiares con su presencia, particularmente los casamientos de varias de mis hermanas, cuando esas celebraciones las hacíamos en mi casa paterna con una preparación muy sencilla y emotiva. Recuerdo cuando mi hermana Cristina celebró 25 años de casada, Mario fue quien presidió la ceremonia religiosa de casamiento, y en ese aniversario (bodas de plata) llevó las anotaciones que había elaborado para preparar la ceremonia hacía 25 años atrás, a todos nos sorprendió y también nos emocionó.

Su manera de ser sencillo y claro nos entusiasmaba para escucharlo, en cada celebración siempre había una catequesis con una reflexión, con los pies en la tierra, con pocas palabras lograba trasmitirnos un mensaje esperanzador y misericordioso.

A lo largo de todos estos años ha sido un referente para quienes lo hemos conocido. Lo vi cerca de personas con serios problemas de salud que no tenían fe, pero su testimonio los animaba y reconfortaba.

Ahora en el Hogar Sacerdotal con los achaques de la edad sabemos que tenemos un gran aliado en la oración, que nos acompaña y reza por nosotros.

Desde acá vaya nuestro saludo en este nuevo aniversario, gracias por tu fidelidad, pero fundamentalmente gracias por estar presente en nuestras vidas, por darnos ánimo y cariño cuando más lo necesitamos.

MARÍA JOSÉ ARNÁBAL


Una ciudadana maragata, madre de familia, recuerda que en los años setenta, cuando era pequeña, el P. Mario llegó sin avisar a su hogar con una canasta de frutas como obsequio navideño.

Su familia no había pedido ayuda, pero él sabía que la necesitaban.

Con lágrimas en los ojos relata lo sucedido, repitiendo que la pobreza era tan grande en su barrio que, ante la humildad del sacerdote, incluso sentían vergüenza de comer frente a él.

Un simple gesto de acercar comida a la mesa en vísperas del nacimiento del hijo de Dios transformó el recuerdo del festejo para toda una familia.

Hoy, esa historia se ha pasado de boca en boca entre hermanos, hijos y primos, confiando en que la misericordia y la humildad acercan a las personas. Un sacerdote llevó naranjas a la casa de una niña, esa niña creció, tuvo hijos y contó la historia a su descendencia.

Hoy estos hijos confían en que los pequeños actos marcan la diferencia.

Del P. Mario podemos decir que sesenta y seis años fueron puro testimonio, para mostrarle al mundo como actúa un verdadero hijo de Dios, poniendo su vida en manos de Dios, confiando en que nos llevará a los lugares donde podremos ser luz para otros.

CECILIA PEÑA PIÑEYRO